La fiesta llenó de colorido el casco vello con 270 puestos, 113 de ellos dedicados a la artesanía

La Reconquista toma la calle en el centro histórico vigués

El buen tiempo acompañó a una fiesta que consiguió congregar a miles de vigueses.  (Foto: LYDIA MIRANDA)
Las calles se quedaron pequeñas para acoger a los miles de vigueses que acudieron al primer día de la Festa da Reconquista, que este año es Fiesta de Interés Turístico Gallego. Pese a que el circuito se alargó en esta edición a la Rua Real, los 270 puestos repartidos por todo el recinto apenas dejaban espacio para un público más interesado en curiosear lo que les ofrecían que en comprar. Y es que la opinión unánime de los que se encontraban detrás del puesto era que 'está muy flojo. Hay mucha gente pero muy pocos compran'.
Manoli Martínez, que acudía al mercado por primera vez con sus trabajos de croché y ganchillo, reconocía que 'por lo menos esperamos sacar para los gastos'. Pili, Lorena y Kay ya son veteranos en esta peculiar feria y tampoco estaban para echar las campanas al vuelo. En su puesto de comida, situado en la entrada e uno de los locales comerciales de la zona, el olorcillo de la toritilla de patatas recién echa abría el apetito pero, sin embargo, 'son muy pocos los que compran. La mayoría se acerca, miran y se van', comentan sin perder por ello el buen humor.

Pero la verdadera reina de la fiesta era la artesanía, con 113 puestos. Uno de los más visitados es el de José Luis de la Mano, un zapatero de la Sierra del Segura, en Albacete, que acude a Vigo desde hace tres años con botas y zapatos hechos a mano, cosidos con el famoso sistema 'good-year' y teñidos con taninos para evitar alergias. Todo un lujo sibarita que atrae las miradas pero que por el momento 'no ha traído muchos clientes. Lo que pasa es que soy cabezota y siempre vengo, este será el último año si no consigo vender', explicaba.


PIEZAS SOLIDARIAS

Un poco más escondido están los trabajos de los usuarios de la Asociación Daño Cerebral de Vigo - Alento, que ofrece la posibilidad de colaborar con ellos comprando algunos de sus artesanías 'hechas en los talleres del centro', según explicaba Ana Montero, autora de algunas de las piezas que están a la venta. Pero quizá uno de los más originales sea el de Miguel Rivas, un joven luthier de 23 años que estudia construcción de gaita en la Escuela de Artes y Oficios y que presenta panderetas, gaitas, requintas. El sector culinario, con 97 tabernas y 20 puestos de alimentación, eran los más visitados, aunque algunos preferían traer las botellas de casa y montar un improvisado botellón.

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