El ministro de Industria, Miguel Sebastián, acude a la mayoría de los actos oficiales sin corbata

Vestir de manera informal en verano es una práctica cada vez más común en el trabajo

El ministro de Industria, Miguel Sebastián, en uno de los actos a los que acudió sin corbata. (Foto: EFE)
Jaime A.C., estudiante de Periodismo, es uno de los muchos becarios que un año más pululan por las redacciones durante los meses de verano. Un buen estudiante que, para combatir el sofocante calor madrileño, se ha puesto bermudas para ir a trabajar. El atuendo de Jaime no llama mucho la atención en una redacción en la que, debido a los casi 40 grados que achicharran las calles de Madrid en este agosto, abunda la ropa desenfadada y fresquita.
El del becario-periodista Jaime A.C. que asiste a su puesto de trabajo veraniego en la redacción de un periódico madrileño en bermudas es sólo un ejemplo del lento pero imparable proceso -para algunos una auténtica revoluciónde cambio en los hábitos indumentarios de los trabajadores españoles. Haga frío o calor, y en todos los ámbitos profesionales, no sólo el periodístico. ‘Supone un avance social, en cuanto que somos más libres, pero aunque peque de reaccionario y elitista siento un cierto horror, porque a veces esa libertad se emplea mal, la utilizamos para ser más ordinarios’, comenta Pedro Mansilla, periodista, escritor y sociólogo de la moda. ‘En nuestra compañía importa el trabajador, su talento, no como va vestido’. Así de tajante se expresa Esther Pérez Bravo, gerente de Recursos Humanos de Microsoft España. Unos 200 de sus 700 trabajadores de plantilla visten a diario ‘de manera informal’. ‘No dejamos escapar un talento, lleve rastas, camiseta o se presente al proceso de selección en vaqueros y deportivas’.

Práctica frecuente

Esta alta ejecutiva tiene muy claro que la flexibilidad en la indumentaria, una práctica cada vez más frecuente en muchas empresas, especialmente de la comunicación y las nuevas tecnologías, ‘tiene que ver con una nueva filosofía de cambio en la forma que tenemos de relacionarnos con la empresa en la que trabajamos. Y la red está en el origen de todo’. Reciente aún está el rifirrafe dialéctico entre un encorbatado presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, y el ministro de Industria, Comercio y Turismo, Miguel Sebastián, quien, esgrimiendo razones medioambientales, de ahorro energético, se presentó sin corbata en ese ‘templo’ de la uniformidad estética que es la Cámara.

Para asistir a los actos oficiales de la Familia Real que se celebran en el Palacio Real, el de La Zarzuela o El Pardo, además del Palacio de la Almudaina, en la siempre calurosa Palma de Mallorca, los periodistas tienen que saber que es ‘indispensable’ vestir chaqueta y corbata, en el caso de ellos, e ‘indumentaria adecuada’ en el de ellas.

Pero el ‘desaliño indumentario’ no es patrimonio exclusivo de periodistas y demás plebeyos. El exclusivo y aristocrático Club Puerta de Hierro de Madrid ha pedido a sus socios que, si quieren jugar al golf, se abstengan de llevar vaqueros, bermudas, pantalón pirata, camisetas o sandalias.

Este verano, la organización de las no menos exclusivas carreras hípicas de Ascot, a las que asiste la Reina Isabel y el resto de la Familia Real británica, máximo exponente de la etiqueta y el formalismo en el vestir, prohibía a las señoras mostrar sus hombros o el vientre desnudos, o lucir minifalda. Y, en el colmo de los colmos, les pedía llevaran ropa interior.

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