La trata un internista del Hospital Xeral que baraja como posible causa intoxicación por metales

Una viguesa con sensibilidad química vive en una 'burbuja'

Una viguesa de 37 años, Angélica Gato Vila, padece Síndrome Químico Múltiple, enfermedad que la mantiene recluida en una habitación 'burbuja' en su casa de Bembrive. Para salir de esta habitación, Angélica necesita una mascarilla especial y otra distinta para ir a la calle, aunque solo tiene autonomía por unas horas. Su marido, Francisco Pérez Vila, es su principal apoyo.
La enfermedad, que evolucionó de forma drástica en los últimos tres años, les obligó a realizar un estricto control medioambiental de la casa, a cambiar los muebles, a crear el recinto exclusivo de Angélica o la habitación donde ventilan todas las cosas de uso personal, desde la ropa hasta el papel higiénico, a renunciar a utilizar productos químicos como desodorante, colonia, jabones y detergentes (lavan la ropa con bicarbonato), y a restringir las salidas al exterior. Su espíritu de lucha se ha multiplicado. 'Todos los días salgo a hacer un recado, voy con la mascarilla, y el 95% de los días vamos a las siete de la tarde al monte porque es el único sitio al que puedo ir y respirar, vamos con lluvia, con frío, es como el café que te puedes tomar tú pero nosotros lo llevamos en un termo', explica. Si alguna vez están quemando rastrojos, suben más arriba y no es la primera vez que llegan al campus universitario.

Angélica llevaba años siendo más sensible de lo normal a muchas cosas, pero desde hace tres tenía que irse de una gasolinera o de un sitio muy cargado o con fumadores. Después empezaron a poner barreras con gente perfumada o con olor a suavizante hasta que empezó a usar mascarillas especiales, porque cada vez había más cosas que le provocaban crisis respiratorias, tos y cansancio.

Creen que su enfermedad se debe a una suma de factores. Está el hecho de haber trabajado un año en una empresa de limpieza y que 'el mundo está contaminado', pero ahora están considerando la posibilidad que se deba a una intoxicación por metales pesados, porque tiene seis amalgamas dentales de plata y mercurio. Es también el hilo del que está tirando el médico internista del Hospital Xeral que trata su caso, Daniel Portela.

Hasta llegar al médico que la trata pasaron decenas de visitas al de cabecera para explicarle que se mareaba, que tenía un sarpullido por el cuerpo, nauseas, cansancio. Casi siempre le daban un broncodilatador. Al final llegó la cita con la alergóloga del Xeral Carmen Marcos, que tras reunirse con su equipo concluyó que se trataba de una sensibilidad química múltiple y la remitía a un hospital de Barcelona mediante una solicitud de carácter extracomunitario. Al no llegar esa cita, la remitieron a Portela, con el que Ángela asegura estar muy satisfecha.

'PERDÍ EL CONTACTO FÍSICO CON MI HIJA, ESO ES LO MÁS DURO'

Una de las consecuencias de la enfermedad es que perdió el contacto físico con su hija Arancha, de 18 años, porque acercarse a ella era como una bomba de relojería, le suponía ir a la ducha, cambiarse de ropa y encontrarse mal. “Es de las cosas más difíciles de llevar”, reconoce. Su marido se lava con bicarbonato, se echa aceite de sésamo y cuando todo está en orden puede entrar en el dormitorio del matrimonio.

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