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Teletrabajo: tecnología y nueva mentalidad

El teletrabajo se ha multiplicado exponencialmente. En 2019 apenas representaba el 5% del total del empleo en España y a finales de 2020 más de un 30% del total de personas empleadas trabajaba en remoto. Multiplicar por seis es un gran avance, pero aún queda trecho. La decisión tomada por muchas empresas de ‘permitir’ el teletrabajo ha evitado un mayor desastre económico y descontrol de la pandemia, pero en muchos pensamientos de empresarios y gerentes españoles el home working es sólo un permiso durante la crisis sanitaria. 

Una encuesta de Gartner a responsables de recursos humanos desvela que, tras controlar al virus, el 90% piensa permitir que los empleados trabajen a distancia al menos parte del tiempo y continuarán ofreciendo una flexibilidad sobre el horario y lugares de trabajo. Esta es la palabra de los responsables de recursos humanos, pero dista mucho del pensamiento de la dirección de las empresas españolas. De hecho, un documento de la Comisión Europea subraya que el tejido empresarial de nuestro país está arraigado a estigmas y viejas prácticas organizacionales, por lo que España continúa en la cola europea del trabajo a distancia. 

Se habla del gran avance en la digitalización de nuestro país, con unas infraestructuras de primera división. Sí, a nivel global España está entre los países pioneros y que más impulsan los equipamientos de conexión, pero nos falta todo lo demás. Entidades como el BCE nos advierten  de que España no se librará de la brecha digital ni disfrutará de la ventaja estructural de la digitalización porque el número de empleados que puede trabajar desde casa es aún muy inferior al de otros países europeos.  Y la UE está a su vez rezagada respecto a otros bloques de países.

El INE contabiliza más de cuatro millones de españoles con opción de teletrabajo, un 22% de la población activa, frente a un 33% de trabajadores europeos con trabajo en remoto efectivo, no sólo opcional, que producen el 46% de los ingresos de la zona euro. En las regiones de las capitales de Bélgica, Reino Unido o Francia la cuota de trabajadores con posibilidad real de teletrabajo es superior al 50%. En cambio, en Castilla y León y en Cataluña las capacidad del teletrabajo sólo es abordable por el 10% de los trabajadores. 

Si como he dicho antes las infraestructuras tecnológicas están disponibles, es necesario urgentemente un cambio de mentalidad empresarial para que estas regiones se desarrollen en el entorno de la economía del siglo XXI, una organización moderna del trabajo dentro de las empresas, redefinir nuevas normas sociales y eliminar el estigma vinculado a trabajar desde casa o desde cualquier otro espacio.

El teletrabajo es una forma diferente de trabajar, no un lugar diferente para trabajar. El trabajo está donde está el trabajador, no su empresa. La asimilación de la ruptura de las cuatro paredes de una compañía lleva a encontrar oportunidades laborales en empresas geográficamente alejadas, permitiendo un mayor desarrollo profesional de los trabajadores, y, para las empresas, la captación en remoto de talento con valor añadido difícilmente accesible en algunas regiones.

Los confinamientos han arrojado luz sobre los beneficios del teletrabajo, otra forma de trabajar es posible, incluso más eficiente. El mundo no deja de girar porque un jefe no vea a sus empleados todos los días sentados en la mesa picando el teclado. Pero entre las empresas aún existe un descontrol y desconfianza en los trabajadores que deben manejar. Ojo, y muchos trabajadores también tienen pendiente aprender a trabajar a distancia.

Las empresas tecnológicas contamos con la ventaja de haber experimentado anteriormente el trabajo a distancia, con equipos multidisciplinares de diferentes países, trabajando en equipo para un mismo proyecto o cliente y en distintos husos horarios. Pero es una oportunidad para casi todos los sectores, no sólo el tecnológico. Es un cambio de visión, de apertura de las fronteras físicas de los puestos de trabajo, de confianza.

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