Doscientos niños participaron en el taller de circo que promovió el Centro Comercial Aberto

O Barco citó a los equilibristas más jóvenes

Un niño realiza equilibrios en el taller de circo de O Barco.
La magia del circo iluminó por unas horas a los niños de O Barco, quienes tomaron contacto con el mundo de la farándula en el taller circense “A pista malabarista”, que desarrolló en el antiguo pabellón municipal la compañía “Picompé”. Las bicicletas en miniatura, biciclos o malabares hicieron las delicias de padres y niños, aunque las mayores colas se formaron ante el cable montado a unos 25 centímetros del parqué, para realizar los equilibrios. Esta escuela de artistas la promovió el Centro Comercial Aberto.
Las dificultades que entraña guiar un biciclo, vehículo similar a la bicicleta pero con dos ruedas desiguales, las comprobaba uno de los niños de O Barco inscritos en el taller de circo de la compañía “Picompé”. Bastó un par de segundos de distracción de la persona que le sujetaba para dar con su espalda en el parqué del antiguo polideportivo de la villa. Al instante se levantó asegurando estar entero y volvió a encaramarse sobre el velocípedo.

Este valiente fue uno de los casi 200 niños que acudieron a la convocatoria del Centro Comercial Aberto de O Barco, el colectivo que dirige Charo López. Este colectivo consiguió que los secretos de un arte hermético, que hasta no hace mucho apenas trascendía el ámbito circense, fuesen diseccionados para los barquenses más jóvenes.

Pero el sábado no fue el día de los empresarios sino de los artistas circenses y, en particular, de los que integran el colectivo “Picompé”, afincado en Narón (A Coruña). Lo forman Pepablo, Xavi Picas y Montse Piñón, aunque recibieron la ayuda de Jorge Casas.

Sobre el parqué del antiguo polideportivo municipal desplegaron bicicletas de todos los tamaños posibles, mazas para realizar malabares o saltadores, entre otros muchos productos circenses. Pero sobre todo, el cable de los equilibrios. Desde que el recinto abrió sus puertas, las colas de niños deseosos de subir fueron continuas.

Uno de los monitores, Pepablo confirma esta mayor inclinación de los niños por el cable de equilibrio. Colocado a unos 25 centímetros del parqué, se suben a él con la ilusión de emular a los artistas circenses que se mueven a varios metros del piso e incluso entre dos edificios, en la vía pública de alguna ciudad. El peligro que entraña para los profesionales desaparece en este taller de circo. Aquí, los intrépidos jóvenes son ayudados por los monitores o por los propios padres. Pero éstos también disfrutan con estas actividades, y compiten con sus hijos en juegos como el del saltador, un aparato que fue desplazado por las videoconsolas y por los juegos de ordenador.


Recuperar la calle para la juventud

Entre los objetivos que se fijaron los integrantes del colectivo coruñés Picompé cuando lo crearon, allá por 1992, resalta su apuesta por la recuperación de la calle como espacio lúdico para los jóvenes. Desde entonces, realizan todo tipo de actividades, desde teatro de calle o mímica hasta espectáculos circenses.

El taller de circo “A pista malabarista” incluye gran cantidad de juegos, aunque todas “cun mínimo de risco”, según apunta Pepablo. Añade que los padres también pueden participar en las actividades, pues pretenden que éstas sean “familiares”.

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