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Crece la vigilancia de los sotos para evitar robos de castañas

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photo_camera Trabajadores de la cooperativa Amarelante, de Manzaneda, recogiendo castañas en un soto.

Los comercializadores afirman que la inseguridad del sector se evitaría sin ventas al contado

Los robos en los sotos de castañas disparó la alarma entre los productores de Valdeorras y la Ribeira Sacra. En Parada de Sil, Francisco Magide, propietario de una finca con castaños, comentó que estas acciones ya fueron comunicadas al equipo Roca de la Guardia Civil, que tiene entre sus cometidos esclarecer los delitos del rural. En esta zona, fueron detectados dos grupos de ladrones, ambos formados por vecinos y foráneos. En Rubiá, Miriam Fernández, responsable de Castañas Rafael, corroboró la preocupación de los dueños de los castaños por los robos de los que son víctimas.

"Los precios son altos y los ladrones van a los sotos. Son gente que no tiene nada que ver con los que llevamos toda la vida en esto", explicó Miriam Fernández. Cuando el kilo de castañas oscila entre 1 y 1,5 euros, no resulta difícil de asimilar que grupos organizados acudan a los montes a recoger las castañas que encuentran por el suelo, los frutos que los agricultores esperan durante un año. "Este ano, a xente anda máis rápida para recoller as castañas", dijo José Barreda, gerente de Castanval, comercializadora de O Barco.

Los productores coinciden en destacar que los ladrones actúan con la luz del día y, en ocasiones, ignorando las advertencias del dueño del soto si son descubiertos. Esta situación propició que, hace un año, varios jóvenes que se encontraban recogiendo setas en un monte de Parada de Sil tuvieran que cambiar las ruedas del coche, rajadas al ser confundidos con los autores de los hurtos. Más recientemente, este fin de semana, en la vecina comarca del Bierzo, un hombre mató a su sobrino de un tiro en una discusión por el robo de castañas.

En la provincia el enfrentamiento no alcanzó este último extremo. Fuentes de la Guardia Civil explicaron que este año aún no recibieron denuncias por acciones de este tipo, quizá porque las víctimas son más reticentes a acudir al cuartel.

Ante la imposibilidad de cerrar los sotos para impedir el acceso al fruto, la solución podría estar en manos de las comercializadoras. "Cuando una furgoneta llega a un almacén y su conductor cobra al contado está dando pie a los robos. Estos desaparecerían con la expedición de facturas y el pago con talón. Nosotros no compramos castañas a vendedores que no conocemos", dijo Miriam Fernández, de Castañas Rafael.

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