El periodista y escritor vianés Jesús Salgado dedicó su último libro a revelar los secretos de las transmisiones de las herencias, dando a conocer las circunstancias que rodearon 35 casos, la mayoría de ellos de familias expañolas muy conocidas. Los Llongueras, Thyssen, son algunos de los ejemplos que conforman el volumen 'Hasta que la herencia nos separe. Conflictos, pasiones y vendettas', que editó La Esfera de los Libros y que fue escrito en la Viana natal de su autor.
¿Por qué la herencia?
Es un momento de la vida por el que todos tenemos que pasar, de una forma u otra, y uno de los que más tensiones produce en las relaciones familiares. Es rara la herencia que no tiene problemas. Como reza el dicho: una herencia sin problemas no es una herencia, es un milagro.
¿Los tiempos de crisis favorecen los pleitos por la herencia?
Sí, hay más líos, porque cuanto más se puede sacar de la herencia mejor y porque las crisis provocan embargos, casos de matrimonios mayores que avalaron el piso a un hijo y ahora éste no lo puede pagar, yendo el banco contra la propiedad principal, que es la vivienda de los padres. Muchos hermanos se quedan sin una parte de la herencia por culpa de otros.
¿Qué casos le llamaron más la atención?
Hay dos casos llamativos. Uno es el de Lluís Llongueras. Sus hijas le echaron de la empresa. Él la repartió en cuatro partes: la suya, la de su mujer y las de sus dos hijas. Después se separó y como ellas tenían el 75 % de la empresa se hicieron con la dirección, diciéndole: papá, estás despedido. También está el caso de Santiago Dexeus, el ginecólogo más famoso de Europa. Un día fue al trabajo y vio que la tarjeta no le abría el parking. Le habían cambiado la cerradura y se encontró con que también estaba despedido. En Galicia, Amancio Ortega, tal y como acostumbra, parecía tenerlo todo previsto, pues dio parte de la herencia en vida, cuando la salida a bolsa repartió entre la familia.
¿A qué llama caza-herencias?
Galicia es un paraíso para los caza-herencias. Hay mucha gente que emigró y se ven propiedades que, en teoría, carecen de herederos. El sistema de caza-herencias está regulado por Decreto ley y dice que si alguien denuncia, Hacienda se queda con el inmueble y abona un porcentaje. La Xunta está recogiendo dinero y pagando, en algún caso 50.000 euros.
Es un momento de la vida por el que todos tenemos que pasar, de una forma u otra, y uno de los que más tensiones produce en las relaciones familiares. Es rara la herencia que no tiene problemas. Como reza el dicho: una herencia sin problemas no es una herencia, es un milagro.
¿Los tiempos de crisis favorecen los pleitos por la herencia?
Sí, hay más líos, porque cuanto más se puede sacar de la herencia mejor y porque las crisis provocan embargos, casos de matrimonios mayores que avalaron el piso a un hijo y ahora éste no lo puede pagar, yendo el banco contra la propiedad principal, que es la vivienda de los padres. Muchos hermanos se quedan sin una parte de la herencia por culpa de otros.
¿Qué casos le llamaron más la atención?
Hay dos casos llamativos. Uno es el de Lluís Llongueras. Sus hijas le echaron de la empresa. Él la repartió en cuatro partes: la suya, la de su mujer y las de sus dos hijas. Después se separó y como ellas tenían el 75 % de la empresa se hicieron con la dirección, diciéndole: papá, estás despedido. También está el caso de Santiago Dexeus, el ginecólogo más famoso de Europa. Un día fue al trabajo y vio que la tarjeta no le abría el parking. Le habían cambiado la cerradura y se encontró con que también estaba despedido. En Galicia, Amancio Ortega, tal y como acostumbra, parecía tenerlo todo previsto, pues dio parte de la herencia en vida, cuando la salida a bolsa repartió entre la familia.
¿A qué llama caza-herencias?
Galicia es un paraíso para los caza-herencias. Hay mucha gente que emigró y se ven propiedades que, en teoría, carecen de herederos. El sistema de caza-herencias está regulado por Decreto ley y dice que si alguien denuncia, Hacienda se queda con el inmueble y abona un porcentaje. La Xunta está recogiendo dinero y pagando, en algún caso 50.000 euros.
