Viveristas italianos y franceses pasaron de ser clientes a proveer a los viticultores gallegos

Los productores de vides de Valdeorras pierden mercado

Injertos de vid de la variedad de uva mencía, en la finca de un viverista de Valdeorras. (Foto: J.C.)
Los productores de injertos de vid italianos y franceses lograron introducir su producto en Galicia, algo impensable hace una década. Antes, los viveristas valdeorreses, además de abastecer al mercado gallego, exportaban sus plantas a Italia, Francia y Portugal. La imposibilidad de atender un territorio tan extenso desde Valdeorras consiguió que sus antiguos clientes espabilasen y algunos pasaran a convertirse en proveedores de los viticultores gallegos.
Este cambio de papeles fue anunciado ayer por Benjamín Vedo, uno de los cuatro productores de injertos valdeorreses que vendían sus plantas de vid a italianos, franceses y portugueses. 'Agora Francia e Italia venden eiquí. Non dábamos feito toda a planta que pedían. Se tivésemos unha producción maior non entrarían os inxertos de fóra', explicó el vilamartinés. Añadió que la demanda portuguesa también acusó una caída muy fuerte, descenso que corroboró el viverista barquense José López. 'Agora véndese menos en Portugal', corroboró.


CANTERAS

Benjamín Vedo responsabiliza en buena medida de esta situación a las canteras de pizarra. En los tiempos de bonanza, los jóvenes encontraron en ellas un fácil acceso al mundo del trabajo, que muchos de ellos abandonaron con la crisis económica. Según los datos disponibles por los sindicatos, de los 2.405 trabajadores que componían el censo de las elecciones sindicales en el sector pizarrero de Ourense sólo repitieron 1.955 en las de 2011. Son casi medio millar de parados y eso que no constan los operarios pizarristas que se incorporaron a las listas del paro en 2012 ni a los de las comarcas de Quiroga (Lugo) y La Cabrera (León). Muchos de ellos residen en Valdeorras.

El mal momento económico hace que sean muchos los que dirigen su mirada al rural y los viveristas confirman el cambio de mentalidad. 'Hai xente nova que está plantando viñas. Son xente de 30 ou 40 anos que teñen algúns cartos. Antes, se escapaba do campo e, agora, se as cousas se poñen mal moitos poderán volver', observó Benjamín Vedo. Las ayudas procedentes de fondos europeos supusieron un empujón importante para la plantación de nuevos viñedos y la construcción de bodegas.

Pese a ello, el retorno a la plantación de vides no se presume fácil, sobre todo por la escasez de fincas que posean una extensión suficientemente grande como para que su laboreo sea rentable. José López expuso que una producción aproximada de 50.000 kilos de uva permitiría vivir a una familia de la producción de uva, o lo que es lo mismo, bastaría con conseguir cuatro hectáreas de viñedo. 'Ten que ser unha viña grande é mecanizada. O problema é reunir as catro hectáreas. En Galicia non é fácil', añadió. Sus palabras ponen sobre la mesa un serio problema del agro gallego: el minifundio.

La creación de viveros de injertos de vid tiene el mismo problema, pues obliga a poseer cinco hectáreas. En todo caso, Benjamín Vedo lo tiene claro: 'Hai futuro', aseguró.



Precios a la baja

La producción anual de los cuatro viveristas de Valdeorras puede alcanzar las 600.000 plantas, según coinciden en estimar Benjamín Vedo y José López. El mercado actual abarca toda Galicia y las zonas vitivinícolas del resto de España. En particular, los productores valdeorreses venden sus plantas en Castilla y León, Valencia o Alicante. Las variedades que gozan de más demanda son las autóctonas: godello, mencía, treixadura, sousón o albariño, entre otras. Los tipos de uva más vendidos apenas variaron en años. Sí lo hicieron los precios, aunque con una fuerte tendencia a la baja. Injertos que hace años facturaban en 3 euros (500 de las antiguas pesetas) ahora son comercializados a 1,20 euros.

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