José Barros Barco, es natural de Magros (Beariz) y lleva toda su vida residiendo en Brasil, aunque regresa cada año a Carballiño en donde residen sus dos hermanas.
¿Cuántos años hace que se marchó a Brasil?
Hace 66 años, me marché con mis padres y mis dos hermanas. Tenía 10 años, pero desde hace 10 procuro venir un mes al año. También cumplí el servicio militar entre 1964 y 1966 en Madrid.
¿Ha pensado en retornar definitivamente?
Siempre he tenido ganas de volver, pero es difícil porque me he casado allá, mi mujer es portuguesa y también emigró muy pequeña, con cinco años. Ahora su madre enferma está con nosotros y es su única hija, por eso hace cinco años que ella no puede venir. Además tengo tres hijos y dos de ellos están en la misma ciudad en la que vivo, São Paulo, y el tercero está en Estados Unidos, por eso es difícil que vuelva definitivamente, aunque tengo un piso en Carballiño y la casa familiar que heredé de mis padres en Magros (Beariz).
¿Siente morriña?
Sí, de aquí lo echo todo de menos, sobre todo la tranquilidad, la paz, la convivencia con las personas. Allá todo se hace corriendo, porque resido en una ciudad de casi 25 millones de habitantes, en la que todo es muy agitado.
¿La gente es diferente a la de aquí?
Sí, en la cultura, hay mucha miseria y aquí hay mayor poder adquisitivo. En São Paulo tenemos dos millones de personas que viven en favelas. Existe un abismo social, hay personas de un nivel económico alto, que son entre el 10% y el 15%; después está la clase media, entre el 20% y el 30%, y el resto son personas muy pobres, que sobreviven con 200 o 300 euros al mes.
¿Hoy se vive mejor aquí que cuando se marchó?
Creo que se vive mejor. Aquí casi todo el mundo puede ir de restaurante, aunque la vida está cara. Yo aquí gasto mucho más que allá. Tengo una casa en la playa a 60 kilómetros y voy los fines de semana y gasto la mitad de lo que gasto aquí. Los 2.000 euros que necesito aquí, aunque tengo piso, me llegan para seis meses allá.
