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Los cañones sanabreses del Tera

RUTA TERA
photo_camera Lagunallo o poza de San Martín, a dos tercios del recorrido por el cañón
Ruta por el encajonado río Tera entre graníticas moles, precedidas de relictos glaciares en forma de grandes bolos y cantos rodados que dicen que una enorme lengua glaciar descendía desde el circo glaciar de la cabecera del Tera

Es uno de los clásicos, y a bien seguro suministra emociones. No es un descenso de cañones, es una ruta por el encajonado río Tera entre graníticas moles, precedidas de relictos glaciares en forma de grandes bolos y cantos rodados que dicen a las claras que una enorme lengua glaciar descendía desde el circo glaciar de la cabecera del Tera, que fue labrando con los milenios estos hermosos cañones a través de los cuales unos no menos sorprendentes senderos.

A lo que ofrecen los Cañones del Tera se añade la asequibilidad para un nivel medio de montañero. En más de una legua de recorrido por su interior accidentado y casi siempre caminando sobre rocoso lecho, los cañones son un prodigio de belleza realzada por lo cristalino de sus aguas y las numerosas pozas que los salpican como la de las Ninfas, San Martín y otras menores. Nos recuerdan cómo las poblaciones situadas en su parte baja estaban expuestas a imprevistas riadas como la de 1959, en un diciembre lluvioso cuando la presa de Vega de Tera se desplomó en dos tercios debido al empuje de las aguas con catastróficos resultados para la población de Ribadelago que fue arrasada y más de cien cuerpos yaciendo en las aguas aledañas del lago de Sanabria.

Por acá caminamos en no menos de media docena de ocasiones porque siempre encierra el Cañón esa sorpresa de su cerrado entorno que se abre un tanto desde la gran poza de San Martín.


Partiendo de Ribadelago


Ribadelago esa aldea mártir, que el régimen franquista rebautizaría en otra población aledaña llamada en su día Ribadelago de Franco, y con la desaparición de la dictadura, en Ribadelago Nuevo, ahora más turística que poblacional, casi a la vera del Lago, nos deja a un tiro de piedra de la embocadura del río Tera para formar el gran lago de Sanabria  de Vilachica o de Castañeda, que así fue denominándose a lo largo de los siglos. Partimos de Ribadelago aldea que aún conserva unas cuantas casas habitadas y las huellas de lo que fue la catástrofe en la que mucho tenía que ver el régimen imperante que escaso de recursos se empeñó en obras hidráulicas y entre ellas la presa de Vega de Tera, que levantada con escaso cemento y delgada pared no pudo resistir el embate de las aguas proyectando dos tercios de su muro en la diestra ladera, del que aun restos. La escasez de recursos: cemento, la improvisación… determinaron lo que estaba cantado.

Comenzamos en Ribadelago Viejo, por llano, con remansamiento del Tera en playa de yerba, luego cantos rodados depositados por milenios desde la glaciación, más adelante grandes bolos graníticos cuando empieza la dura subida por el roquedal a la vera del rio, con paso o atravesamiento de él, que cuando pleno por el deshielo, a veces impasable, por lo que se recomienda la ruta avanzada la primavera.RUTA TERA

Dejamos la llamada poza de las Ninfas, de fascinante esmeralda y más adelante las aguas rugen por las cascadas en que el rio se va despeñando hasta la arribada  a la más laguna que poza de San Martín Dumiense, que por allá venerado desde la fundación del monasterio de Castañeda.

Ibamos de no apresurado caminar Javi, Carlos, Eva, Sotelo, Xulio, Pepe, Moreiro, Xoan, Eva, Myriam, Pepín, Ordax, Sonia y el que narra, cuando se unirían dos chicas de la leonesa Bañeza que andaban un tanto desorientadas de si seguir o darse la vuelta. Llantar apacible en la laguna o represamiento de la Poza de San Martín donde las tortillas de Pepín traspasaron las lindes provinciales poniendo la guinda; algunos hasta se refrescaron en las aguas de este Tera.

Continuamos, dejamos el rio por un obligado desvío a no ser que se trepe por el roquedo; ya en la casi llanura nos dirigimos pasando por represamientos lacunares del Tera hasta la misma presa derrumbada en dos tercios. Un gran paño del muro, proyectado incluso por encima del nivel de las aguas.


Dejando el Tera, por la planicie al pico del Freire


Una dura ascensión por la sinuosa pista de Porto a la presa de Vega de Conde que asciende hasta ganar la penillanura del Rábano, esa subsierra que forma parte de la Segundera donde se hallan el Moncalvo y Moncalvillo, la laguna de El Hazillo y las de Pitorta.

Pepe se asusta por unas vacas que ocupan la térrea pista; los demás a la demanda de agua; el guía anunciaba una fuente que apareció, y apagó la sed de unos cuantos, cuando ya en las ondulaciones de la casi penillanura pasamos a la vera de la presa de GarandonRUTA TERAes, y desde ahí,  a izquierda, la pista se muere en el llamado Pico del Freire o del Fraile donde se halla como estanque de reposo de aguas para entubarlas desde la cima hasta la central Hidroeléctrica llamada de Moncabril y hoy después de muchos pases o traspasos, Iberdrola. Un sinuoso más que sendero de cierta anchura, que ahora abandonado, te desploma desde aquellas alturas siguiendo sinuosamente el trazado rectilíneo de un funicular que más que eso, un tranvía dentado para transporte de obreros y materiales para la construcción de los muchos embalses de la zona, juntamente con la pista de Porto de Sanabria.

Bajados, donde lo más duro nos pareció, Pepín lamentándose de su rodillas, pero aguantando, algunos de los montañeros de más resistencia de la esperada, cuando ya en la anochecida penetramos por los márgenes de la central de Moncabril y al poco arribados al punto de salida, un tanto molidos de tan persistente bajada.

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