El primer asesino en serie de España, la creadora de un movimiento social, un Cristóbal Colón de Maceda y dos heroínas silenciadas por la época. Todos tienen raíces ourensanas.
Pepa Noia
Calles, plazas y monumentos de todo el mundo recuerdan su lucha en cada placa. Una de las fundadoras de las Madres de la Plaza de Mayo tenía sus orígenes aquí.Josefina García de Noia, más conocida como Pepa Noia, nació en Argentina, pero sus padres eran de Leiro. La dictadura de Jorge Rafael Videla le arrebató a su hija y un año después fue una de las catorce mujeres que removieron conciencias y exigieron responsabilidades por los crímenes cometidos. La asociación llegó a crear su propia radio, una universidad, un programa de televisión, un café literario, un plan de viviendas sociales y una guardería infantil.
Romasanta
Inspiró cantares de ciego, novelas, documentales y películas. Y no es para menos. Fue el primer asesino en serie de España y el primer caso de licantropía clínica documentada. El hombre lobo de Allariz era de una pequeña aldea de Esgos. Su vida transcurrió con normalidad hasta la muerte de su mujer. Dejó el oficio de sastre, se convirtió en vendedor ambulante y empezó su obsesión por matar en las noches de luna llena. Asesino confeso de trece asesinatos, Manuel Blanco Romasanta fue condenado a cadena perpetua y a pagar una multa de 1000 reales por víctima.
Xoán de Novoa
En 1501 llegó a un archipiélago del Océano Índico y decidió bautizar sus islas como las de Carallos Cargados. Hoy pertenecen a la República de Mauricio y sus habitantes prefieren llamarlas Saint Brandon Rocks, mucho menos original que el primer nombre atribuído por este explorador de Maceda que llegó a ser Alcaide Menor de Lisboa. Xoán de Novoa huyó al país vecino con la revolta dos Irmandiños y allí empezó la aventura de "descubrir". Al Colón ourensano se le atribuyen otros tres enclaves exóticos en su lista de conquistas.
Obdulia Díaz
Abuela y madre de niños ajenos. Así era la ourensana que crió a un centenar de hijos de prostitutas que ejercían en el casco histórico. La Región reveló su historia en los años sesenta. Viuda, con tres hijos y sin ingresos, lavar sábanas en las Burgas era su único recurso para sacar adelante a tan numerosa familia.
Lola Touza
Colaboró con una de las redes clandestinas de fuga de judíos más importantes de Europa, que establecía uno de sus puntos estratégicos en Ribadavia. Le llaman la Schindler gallega y sus raíces están en el corazón del Ribeiro. Allí, desde su pequeño quiosco en la estación de ferrocarril, ayudaba a los judíos a escapar de la persecución nazi. Le salvó la vida a más de 500 y en la labor fueron imprescindibles sus hermanas, Julia y Amparo.
