‘Gabinete de un aficionado’, de George Perec

En Ohio se expone la colección de Hermann Raffke. Llama la atención un cuatro titulado El gabinete de un aficionado, en el que un hombre sentado en un sillón observa las obras de arte de su colección, donde ese mismo lienzo, titulado El gabinete de un aficionado, cuelga de la pared en un lugar preeminente.
Asistimos al juego del cuadro dentro del cuatro, a su vez dentro del cuadro. Pero se advierte algo extraño en esa deriva infinita: de una reproducción a otra, cada cuadro que forma parte de la escena varía en un pequeño detalle. Entonces ocurre algo terrible. George Perec debe ser considerado más importante, con el tiempo, de lo que ya es ahora. Mientras, lea este libro (en Anagrama). Y después lea La vida instrucciones de uso. Le ira mejor en la vida. Pero mucho mejor.

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