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El gran balneario de Las Caldas de Don Pablo Fábrega

Imagen del balneario en Las Caldas.
photo_camera Imagen del balneario en Las Caldas.

El 1 de abril de 1878 se publicaba en Ourense un folleto de 16 páginas titulado: “Establecimiento Balneario de Caldas de Orense“ firmado por Pablo Fábrega. En el exponía su proyecto de balneario que estaba construyendo y pensaba inaugurar el 1 de junio de ese mismo año. Según él mismo explica, lo primero que hizo fue adquirir la propiedad de más de seis manantiales situados a orillas del Miño, muy cerca de la población de Ponte Canedo y a dos kilómetros de la ciudad. A continuación encargó el análisis de las aguas al químico, catedrático y Rector de la Universidad de Santiago, don Antonio Casares, quien publicó lo siguiente.

OLOR Y SABOR A HUEVOS PODRIDOS

“Es agua diáfana, incolora, con ligero olor y sabor a huevos podridos que pierde con una ligera ebullición. En disolución tiene una pequeña cantidad de sulfuro, sulfato carbonato, silicatos alcalinos y algo de potasa. Cantos rodados presentes en el pozo número 1 están cubiertos de una delgada película dorada y brillante de pirita de hierro. El sulfuro que contiene las semejan a las muy acreditadas que brotan en los Pirineos. Son convenientes para enfermedades reumáticas y de la piel, para el aparato urinario y el aparato digestivo”. Después de su análisis llega a la conclusión de que estas aguas son buenas para tratar el reúma y enfermedades de piel como el herpes; “siempre que se tenga cuidado de que el baño este a temperatura conveniente“ advierte. Bebidas, las aguas de las Caldas, según Casares, son buenas para el aparato urinario, el tubo digestivo, las digestiones pesadas, las obstrucciones del bajo vientre y los cálculos biliares. Cree el profesor que la abundancia de este agua permite instalaciones de duchas, baños, estufas, pulverizadores y todo lo normal en un balneario. Para animar al señor Fábrega a llevar a cabo su proyecto, insiste Casares en que “la belleza del país, la proximidad del Miño y el buen clima de Orense, aunque algo cálido en verano, harán más provechoso el uso de las aguas si su propietario embellece las inmediaciones con paseos, arboledas y jardines “

UN JARDÍN GRANDE Y CON ARBOLADO

Por su parte, el señor Fábrega describe así el edificio- balneario de su propiedad que está construyendo: “Está construido sobre los manantiales. Pueden bañarse 16 personas a la vez en pilas separadas. Hay sala para duchas y pulverizaciones en forma de abanico haciendo semicírculo en una rotonda que mira al mediodía con luz natural en todos los cuartos de baño. Todas las pilas pueden recibir al mismo tiempo agua templada y caliente por tuberías que comunican con los depósitos de agua.

Se ha dispuesto un gran salón destinado a esperar turno los bañistas en el que hay piano, periódicos y cuatro mesas para tomar el desayuno y otros alimentos. Sobre el salón se ha construido un piso en el que hay once habitaciones unas independientes y otras para familias. Dispone de 15 habitaciones individuales, cocina en la que pueden cocinar los huéspedes y bodega. Las habitaciones se pueden alquilar con muebles o vacías, depende de la fortuna de cada cual. En el jardín de gran extensión, mucho arbolado y orientado al Este, los bañistas pueden pasar el tiempo que deseen. En él hay juegos de agua destinados al riego de lluvia artificial y asientos rústicos”.

BAÑOS PARA LOS MÁS POBRES

Continua su relato el autor: “Se ha construido otro edificio independiente dedicado a baños con tres grandes pilas o piscinas y otra más pequeña en las que caben unos sesenta bañistas a la vez, renovándose el agua cada hora. Este edificio está destinadas a las personas menos acomodadas. La pila pequeña es para enfermos que por sus dolencias “inspiren repugnancia a los demás”. Hay, además, dos habitaciones destinadas a vestirse y desnudarse, separadas por sexos. Los usuarios de estas pilas pueden lavar las túnicas con las que se bañan en el estanque dedicado a eso”. El señor Fábrega anuncia que se han construido “cómodos caminos para los carruajes de todas clases que desde Orense u otros puntos quieran concurrir. También hay un servicio especial diario de coche desde Orense”.

DON PABLO

Según cuenta J. Manuel Fernández Sobrino en su libro: “La vida en A Ponte hasta 1960” (Edición de la Diputación 2010), don Pablo Fábrega era un ingeniero catalán que vino a Orense a trabajar en las obras del ferrocarril, descubrió la existencia de los manantiales, compró las tierras y construyó un balneario entre el lugar de El Pino y el Miño. Don Pablo plantó eucaliptos y dos grandes moreras que alimentaban a los gusanos de seda que criaba. A su muerte, parte de sus hijos continuaron explotando las aguas hasta que uno de sus nietos, de año y medio, se ahogó en un pilón de la finca, lo que provocó el abandono primero y la venta después de la finca y el edificio. Muchos de los actuales vecinos del barrio del Puente guardan memoria de la animada actividad que vivió el balneario de don Pablo.

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