REPORTAJE

¡Haga el favor de desconectarlo(se)!

RECORTADO
photo_camera Un estudio cifra en tan solo dos horas y 11 minutos el tiempo al teléfono móvil.

España siempre fue un país ruidoso dentro de una cafetería. Con la introducción del móvil en todos los ámbitos de nuestra vida, la "quedada" para la caña se ha reconvertido en una reunión de un sinfín de amigos al otro lado del "whatsapp".

Seguro que antes de que acabe de leer esta breve crónica, si es que la termina y no despista su interés en las diferentes redes sociales, habrá recibido 15 mensajes de whatsapp, 10 de telegram, 5 notificaciones de facebook y habrá revisado el perfil de al menos siete registrados en la marabunta de historias que colecciona Zuckerberg. Todo ello, sin sumar las más de cien veces que cogemos el móvil y desbloqueamos su pantalla sin más razón que el de la inercia por si en ese preciso momento llega algún mensaje o cazamos a algunos de nuestros amigos con siete de nuestras misivas tecnológicas pendientes de leer, en línea. 

Nada de lo que aquí le pueda contar le ha de extrañar, querido lector. Si está en una cafetería por la mañana, éche un vistazo a su alrededor. Si está a vueltas con la caña y las denostadas patatas fritas -por esto de mantener el tipo- en horario ya vespertino, más de lo mismo. Nos hemos convertido en esclavos de la comunicación inmediata, capaces de ignorar a nuestro compañero de mesa en el vermú por responder a las tres o cuatro conversaciones simultáneas. Todo ello, sin valorar los riesgos anatómicos que el uso ya desaforado del aparatito puede llegar a provocar en nuestro organismo. La postura que adoptamos para mirar la pantalla es, a la larga, la principal fuente de lesiones. Las cervicales están diseñadas para soportar la carga de la cabeza, pero si la inclinamos 60 grados, tiene que sostener un peso de 27 kilogramos, cinco veces más que si la mantenemos erguida. Si esta postura persiste durante horas, se sobrecargan los hombros o el cuello, y con el tiempo pueden registrarse alteraciones en la columna cervical. Su uso excesivo, además de las lesiones oculares que ya comienzan a detectarse, puede llevar también a lesiones en sus tendones, los galenos ya la tildan de "wasapitis". Con todo, España no es de los países de mayor adicción. Brasil, con 4 horas y 48 minutos al día se lleva la palma en tiempo de uso. Nosotros, solo 2 horas y 11 minutos.

"Se ha perdido productividad"

Además del daño físico que puede ocasionar, expertos consultados, como el caso de Ana Belén Vázquez, responsable de una consultora de recursos humanos de la ciudad, apuntan a otros cuando menos "de igual relevancia que los anteriores, pero que causan estragos de mayor calado". Vázquez asegura que "he tenido a candidatos en algún proceso selectivo que han  estado más pendientes del teléfono móvil que de responder a las preguntas que se le formulaban. Por no hablar de un caso que viví en primera persona en una consulta médica, donde su responsable no dejó de prestar atención a su teléfono en ningún momento". Sin embargo, continúa Ana Belén Vázquez, "creo que el desvío de la atención tiene otro coste mayor y cuantificable que no se está valorando debidamente por el sector empresarial, la caída del rendimiento y la productividad de los trabajadores, que permanecen, en muchos casos, demasiado atentos a las comunicaciones externas que a sus responsabilidades", explica. 

20170710212814685_resultPara concluir, Vázquez lanza un consejo: "No perdamos la calidez de una tarde entre amigos comentando nuestros últimos avatares, que seguro siempre acabarán con unas risas, algo que también se está perdiendo por culpa del teléfono móvil, ya sabemos más de la vida de nuestros amigos por las redes que del encuentro cercano con ellos", finaliza. Por suerte, siempre quedarán aquellos que cuando le pides el teléfono de un compañero para enviarle un mensaje te responde con un "chámao, que para eso está o teléfono", o la procuradora redondelana de turno, capaz de viajar sin cargador durante todo un fin de semana y responder a la cuestión de cómo ha sido capaz con la contundente frase de "yo no opero a corazón abierto".

Te puede interesar