VACACIONES EN EL MIñO (19 DE AGOSTO)

Jorge Manrique dixit

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photo_camera Imagen del interior de la desaparecida sala de iestas Auria.

Hoy les propongo un paseo por unos lugares que, apuesto lo que sea, la mayoría de ustedes no conocen. Les doy una pista: ¿han visto “Midnight in Paris” de Woody Allen?

Parada con pincho 

Jorge Manrique dixit

Hoy les propongo un paseo por unos lugares que, apuesto lo que sea, la mayoría de ustedes no conocen. Les doy una pista: ¿han visto “Midnight in Paris” de Woody Allen? Pues, como diría Mayra Gómez Kemp, hasta aquí puedo leer. Pero, si no saben de qué les hablo, no adelanto acontecimientos: pónganse sus mejores galas (mejor cuanto más vintage) y déjenme que les haga de cicerone.  


fiesta_auria_resultCalle del Paseo: si entran desde el parque de San Lázaro, a mano izquierda, antes de llegar a Concordia, tiene la sala de fiestas Auria, el no va más de la modernidad, la diversión y el cosmopolitismo. Dos pisos, sala de baile central, pinturas de Quesada y Bóveda, inconfundible aire parisino, personal de barra traído de Madrid… La locura. No querrán salir de aquí jamás.


fiesta_auria_resultPero si lo hacen, si salen, tal vez sea porque quieren acercarse (¿quién no querría?) al café cantante “La Bilbaína”: artistas de renombre nacional (¡pueden ver a la mismísima Faraona!), vedettes que adelantan el Burlesque antes de que el propio término fuera usado (es decir, señoritas con poca ropa y movimientos picantes en sus números musicales), ambiente liberal, casquivano, farandulero… ya saben.
Si quieren probar más sitios, acérquense al Universal: ¡nada menos que Antonio Machín pasará, antes o después,  por su escenario!


Eso sí, cuando oigan las doce campanadas, salgan corriendo: no dejen que el hechizo se rompa, vuelen a sus casas, métanse en sus camas y no dejen de jurar, por la mañana, que todo  fue real. O lloren por vivir en un año tan poco parisino y burbujeante, tan prosaico, como el 2015. Y es que, ya lo dijo un señor: “a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado, fue mejor”.

Mira Ourense 

A quien corresponda

a_quien_corresponda_resultCualquiera que suela leer esta sección sabrá que, la arriba firmante, no está en contra de las pintadas cuando éstas son originales, poéticas o hacen pensar. Valga esta advertencia como contextualización para la invectiva que sigue, en la que se tratará, firmemente, de no recurrir al lenguaje irrespetuoso.
¡¿Qué XX es esta pintada?! (He visto cuatro iguales en diferentes sitios de la ciudad) “¿Lo siento por tu muro”? Y si lo sientes, ¿por qué XX lo estropeas para no decir nada? ¿Tan rematadamente XX eres que necesitas afear algo gratuitamente? ¿Acaso somos los demás culpables de tu XX  XX?, ¿por qué no escribes esa XX en las paredes de tu XX casa?, ¿o en el XX de tu XX prima? ¿Te permite tu enorme XX entender estas palabras o eres tan rematadamente XX que te parece que lo que haces es mega guay? 
A veces me siento un poco molesta por la falta de inteligencia de algunos subproductos del género humano. Y se me tensa la columna. Pero ya pasó. Sana, sana, culito de rana…

Dulce hogar 

Más cine nuestro 

índiceComo el otro día cambié de criterio y empecé a considerar que había bastante cine español muy pero que muy decente, hoy les voy a hablar de otra película patria que, además de decente, alcanza el rango de “muy bonita”. Se llama “La hora bruja”, la dirige Jaime de Armiñán (si leen la columna “Con buena letra” en la “La Revista” de los jueves, recordarán que este Armiñán es el que, durante un breve tiempo, fue “negro” de su mujer) y la protagonizan Francisco Rabal, Concha Velasco (extrañamente espléndida y convincente) y Victoria Abril.
La película es del 85, con lo que estoy empezando a pensar que, en la década de los 80 fue cuando se hicieron algunas de las mejores películas del cine español: historias muy originales, muy nuestras pero muy universales; dirección muy acertada y casi invisible (como debe ser la buena dirección) e interpretaciones nada pretenciosas y llenas de contención pero también de emoción.
Esta película tiene un aire a realismo mágico, a realismo mágico gallego, si es que el término está acuñado (y si no, pues lo acuño yo), así que la sensación que se queda en el cuerpo después de verla es agradablemente melancólica, como para irse a dormir y tener dulces sueños.
Como ya saben que soy contraria a los spoilers pero que pierdo el culo por una buena crítica, les citaré lo que, en su momento, dijeron de ella en El País: “cálida y amarga crónica de costumbres”. No es una mala definición, no.

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