Pongamos que hoy es un día especial, aun siendo un día anodino, y que adquirimos las obras completas de Juan Carlos Onetti porque nos hemos vuelto locos. Bien hecho. Es una inversión a largo plazo.
No será fácil entrar en Onetti, rocoso, transgresor, cerrado, y tampoco será fácil salir una vez que se ha adentrado en ese túnel, porque no sacrifica su literatura a nada. Ni al triunfo, ni a la política, ni al aplauso. Escribió siempre para ese otro que llevaba dentro y que le era imposible engañar. Escribía porque no tenía más remedio, porque era su vicio, su pasión, su desgracia. Y entonces creó un mundo propio, posible sólo en sus páginas. Llenó esa realidad de personajes inolvidables, algunos porque no podían ser más inmundos, otros más fracasados, otros más geniales, otros más desgraciados.
