Las calles y plazas de Ribadavia estuvieron abarrotadas durante todo el día de ayer, fecha señalada en el calendario para revivir los siglos de la Edad Media en los que la villa tuvo su especial protagonismo.
Así, el monarca Don García volvió a pasear en caballo por el casco urbano, en el transcurso del multitudinario desfile que abrió la 'Festa da Istoria' en su vigésimoprimera edición. Nobles, caballeros, obispos, plebeyos, hebreos, verdugos y víctimas, entre otros, recorrieron un largo trayecto hasta llegar a la fachada del Castillo de los Sarmiento, lugar escogido por la organización para la lectura del pregón y la entrega de las medallas honoríficas.
La pregonera fue Pilar Pontanillas, una de las personas que impulsó el evento medieval en 1989, a través de la escuela taller 'Santo André', mientras los galardones recayeron en Florencio González, Ramón Barreiro y Luisa Fidalgo, veteranos dentro de las más de 300 personas que se prestan voluntariamente a trabajar en la fiesta. El fuerte calor (rondando los 40 grados centígrados al sol) obligó a los miles de asistentes a refugiarse en el barrio histórico, donde se instaló un mercadillo de artesanos integrado por 45 puestos y la comida y bebida estaban garantizados en otras 38 casetas, además de las ocho áreas gastronómicas con 'pulpeiras' de Carballiño.
SEGUIMIENTO
La 'Boda Judía' en la iglesia de A Madanela, oficiado según el rito hebreo tras el previo desfile de la comitiva nupcial; el baile medieval y la exhibición de cetrería, en la Plaza Mayor, y el ajedrez viviente en el castillo, anticiparon las actividades de la tarde. El tiro con arco y con ballesta, en la Alameda; el torneo medieval en el campo de O Xestal, y una exhibición de esgrima, fueron seguidos con atención por los visitantes. El concejal de Servicios, Ignacio Gómez, se refirió a la ausencia de incidentes, y comentó que 'é moi difícil cuantificar a xente que está hoxe aquí, ata que se peche o banco'.
Una entidad bancaria donde se canjeaban euros por la moneda oficial de la Istoria, el maravedí, con una previsión de 150.000 unidades. Una jornada que finalizaba por la noche, con la representación teatral de 'O Malsín', centrada en la Inquisición, en el Auditorio del Castillo, y la 'Cena Medieval' en A Madalena, sólo para comensales vestidos de época. Mientras, por la tarde, los más jóvenes paliaban los excesos etílicos y de temperatura con un refrescante baño en las aguas del río Avia.
La pregonera fue Pilar Pontanillas, una de las personas que impulsó el evento medieval en 1989, a través de la escuela taller 'Santo André', mientras los galardones recayeron en Florencio González, Ramón Barreiro y Luisa Fidalgo, veteranos dentro de las más de 300 personas que se prestan voluntariamente a trabajar en la fiesta. El fuerte calor (rondando los 40 grados centígrados al sol) obligó a los miles de asistentes a refugiarse en el barrio histórico, donde se instaló un mercadillo de artesanos integrado por 45 puestos y la comida y bebida estaban garantizados en otras 38 casetas, además de las ocho áreas gastronómicas con 'pulpeiras' de Carballiño.
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La 'Boda Judía' en la iglesia de A Madanela, oficiado según el rito hebreo tras el previo desfile de la comitiva nupcial; el baile medieval y la exhibición de cetrería, en la Plaza Mayor, y el ajedrez viviente en el castillo, anticiparon las actividades de la tarde. El tiro con arco y con ballesta, en la Alameda; el torneo medieval en el campo de O Xestal, y una exhibición de esgrima, fueron seguidos con atención por los visitantes. El concejal de Servicios, Ignacio Gómez, se refirió a la ausencia de incidentes, y comentó que 'é moi difícil cuantificar a xente que está hoxe aquí, ata que se peche o banco'.
Una entidad bancaria donde se canjeaban euros por la moneda oficial de la Istoria, el maravedí, con una previsión de 150.000 unidades. Una jornada que finalizaba por la noche, con la representación teatral de 'O Malsín', centrada en la Inquisición, en el Auditorio del Castillo, y la 'Cena Medieval' en A Madalena, sólo para comensales vestidos de época. Mientras, por la tarde, los más jóvenes paliaban los excesos etílicos y de temperatura con un refrescante baño en las aguas del río Avia.