Rigor mortis

Rigor Mortis (Foto: Xoán Baltar)
El autor juega con la idea de la muerte y la difícil aceptación del hecho que supone el tránsito hacia otra dimensión. Describe como la memoria se superpone a la realidad hasta confundirse.
Llevabas muerta cinco días. El médico certificó tu defunción tres veces, sin lugar a equivocación. Confirmó el rigor mortis, la carencia de pulso y la lividez de la piel.

Incluso te consintió auscultar el corazón exánime. Y aún así, madre, tampoco a él le creiste. Suspicaz y testaruda, decidiste faltar al sepelio. No qusiste ver el féretro tan bonito que habíamos comprado. Ni el nicho adornado con ramilletes de crisantemos. Obstinada, preferías seguir sentada en la mecedora.

Ajena a la alteración del orden natural de las cosas que suponía la determinación de continuar viviendo. Mientras ahí fuera, por tu capricho, el mundo permanecía detenido. Esperando que bajaras del burro.

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