Santa Marina, una cristiana y modesta aldeana

Imagen de Santa Marina.
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La virgen y mártir Santa Marina de Aguas Santas nació en el año 123 después de Cristo, en un lugar indefinido cerca de Xinzo, hija de un gobernador romano de A Limia y sacerdote pagano. Esto es lo que cuenta don Gervasio González López, párroco de Aguas Santas y autor de un librito de 95 paginas ilustrado con 13 fotografías e impreso en la imprenta de La Región en 1926.

Huérfana de madre a la futura santa la crió una “muy cristiana, modesta y caritativa aldeana” de Piñeira de Arcos, quien poco a poco le enseñó las verdades eternas. Nueve años tenía Marina cuando su padre, indignado por su conversión al cristianismo, la repudia y la abandona, siendo acogida por su aya. Según el padre Feliciano Calvo, el cuerpo de Marina estaba formado “con exhalaciones del río Limia, el rocío de los bosques, los rayos del sol, los resplandores de la luna y el destello de las estrellas”. Tanta belleza fue la desgracia de Marina. Tenia 15 años cuando un día que pastoreaba el ganado de su nodriza, pasó por allí el prefecto Romano Olibrio, quien al verla “se inflamó en él la pasión de la carne, y cegado por la lascivia”, según el autor del libro, se propuso casarse con ella o hacerla su esclava, valiéndose de “blanduras o rigores”. Le ofreció galas y fortuna para que abandonara el cristianismo, pero Marina no cedió y le dejó claro que estaba casada con Jesucristo y que lo que quería era unirse con él. Cada vez más furioso, Olibrio la encerró en un siniestro calabozo. En vista de que nada conseguía, ordenó decapitarla, lo que provocó mucha alegría a Marina, quien recibió la visita de Jesucristo, “acompañado de los angélicos coros”, que venia a consolarla. En esas estaban Jesús, ella y los ángeles, cuando una espada traidora separo su cabeza del cuerpo de un solo tajo. “Su preciosa sangre empapó aquella tierra y se mezcló con el raudal de las fuentes”, escribe su biógrafo. El cuerpo decapitado de la santa comenzó a oler de manera tan agradable que atrajo a los vecinos, que la enterraron en un lugar oculto para librarla de los sarracenos, y cuya localización se trasmitía de padres a hijos. Tuvo que llegar al trono Alfonso el Casto para que Marina fuera enterrada en el panteón que merecía. Desde allí, la Santa comenzó a hacer milagros y la devoción por ella creció, sobre todo en España y Portugal. La historia de Marina incluye la publicación de su himno, obra del señor Muñoz de la Cueva , un poema del párroco de Maside y una novena .

Don Gervasio aclara que escribe este libro “acuciado por la constante demanda de los devotos” y nos cuenta la historia del hermoso templo románico de Santa Marina. La imagen de la santa que se encuentra allí es obra del alaricano Francisco Fernández (1602). Otra imagen preside la fuente próxima al templo de la que mana agua potable muy milagreira. Tampoco olvida el autor la presencia del horno, en su origen dedicado a la fundición de metales, en donde fue encerrada Marina y de donde su cuerpo salió milagrosamente. Además de estos elementos que rodean la historia y el culto de Marina, llama la atención la presencia de un “baño” cavado en una roca en el que fue sumergida la santa y donde siempre hay agua, incluso en días de sequía grave. Cuenta además el complejo arquitectónico dedicado a la santa con un roble de 530 centímetros de circunferencia y una copa de 40 metros de diámetro, y la “piedra de la Santa” situada a dos kilómetros de la iglesia. Tiene forma de oído en el que también siempre hay agua.

La tercera edición del libro de don Gervasio se publica en 1986 con las mismas fotografías de la primera edición. La vida de Santa Marina inspiró además un folleto de 16 páginas publicado en 1950 en la imprenta Otero, en el que el maestro, alcalde y corresponsal de La Región en Piñeira de Arcos, don Luis Otero, cuenta su vida en tres romances en verso.

(Fondo Biblioteca Diputación).

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