Un trabajo con el pie en el agua

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photo_camera Daniel Llorente trabaja como socorrista en las piscinas de Oira.
El pasado mes de julio fallecieron 94 personas en España a causa de ahogamiento en espacios acuáticos. Los socorristas trabajan cada día para evitar situaciones de riesgo para los usuarios de las piscinas

Las piscinas municipales que se reparten por la provincia se llenan cada día con personas que buscan refrescarse cuando el calor aprieta. Ante la falta de playa en Ourense, otros muchos aprovechan las zonas fluviales, espacios que por falta de vigilancia entrañan mayores peligros. 

Este verano está siendo especialmente complicado:  las víctimas por ahogamiento han aumentado considerablemente. En el 2018, la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo recogió en su Informe Nacional de Ahogamientos (INA) que Galicia fue uno de las autonomías en las que más personas perdieron la vida en el agua, con 49 fallecidos de un total de 371.

Las zonas más peligrosas son los ríos y la playas, aunque en las piscinas privadas, donde no hay vigilancia, tampoco están exentas. "Hay muchos niños que los dejan solos en piscinas que no hay socorrista y eso es muy peligroso, pueden resbalar y no tener nadie cerca que les eche una mano", explica Alba Vázquez, socorrista de las piscinas del Parque Tecnolóxico. Desde el Ministerio de Sanidad recuerdan la importancia de no dejar a los menores sin vigilancia, tanto dentro del agua como cuando andan cerca de ella.

El último mes de julio se contabilizaron 94 fallecidos en la INA 2019, frente a los 60 del pasado año. Nueve de esos 94 fueron en Galicia, solo superado por Cataluña y Valencia. Las edades que requieren mayor atención son los menores y las personas mayores. "Los colectivos más en riesgo son los niños de entre cero y cinco años debido a que tienen poca fuerza motriz para levantarse y las personas mayores en las zonas que cubren, hay que prestarles mucha atención", cuenta Daniel Llorente, socorrista de las piscinas de Oira.  Alba también mantiene a los niños como principal foco de atención y a "las personas mayores que pueden sufrir algún golpe de calor". 

"Lo que hacemos es echar muchas broncas para que se cumplan las normas", explica Daniel, socorrista en Oira

Su labor es evitar que las situaciones de peligro lleguen al extremo, donde la vida de la persona corra peligro. "Al final lo que hacemos es echar muchas broncas para que se cumplan las normas, que es la mejor manera de mantenerlos a salvo", afirma Daniel. Esto sucede especialmente cuando los niños se tiran al agua sin tener en cuenta el entorno y a la gente que pueden lastimar. "Alguna vez, algún niño se ha tirado y al caer se ha dañado a sí mismo o a otra persona que andaba por allí", narra Daniel.

En estos espacios acuáticos, las principales urgencias a las que se enfrentan son "cortes, resbalones o caídas muy aparatosas al agua", según especifica Alba. En las piscinas de Monterrei ofrecen servicio de enfermería que cubre este tipo de lesiones. Juan José González, trabaja de socorrista en ella y cuenta que los usuarios ya saben que hacer ante estas situaciones. "Ellos -explica- están informados de que por una picadura de avispa, un corte u otro tipo de heridas, pueden acudir a enfermería para que les atiendan". 

En este complejo los peligros aumentan. La piscina de olas y el tobogán son objetos de especial atención por sus socorristas. "Cuando se activan las olas, siempre hay alguna persona que se ve arrastrada por la fuerza hacia la zona que cubre, si vemos que alguien tienen dificultades nos lanzamos y los llevamos a una zona segura", narra Juan José. Además "en el tobogán nos aseguramos de que se lancen de forma correcta, cumpliendo las normas".

En caso de una alerta por ahogamiento en Oira, los cuatro socorristas están perfectamente coordinados. Cada uno de ellos tiene una función designada: uno acude por el material de rescate, otro se introduce en el agua y un tercero llama al 112. Daniel opina que su trabajo se vería facilitado "con un desfibrilador DESA que no hay" y que les ayudaría a mantener las constantes vitales mientras no acude la ambulancia. 

Recientemente, en Monterrei, los socorristas tuvieron que actuar para salvar a una menor de unos dos años. "La niña de algún modo tragó agua y se atragantó, unas madres acudieron rápidamente junto a nosotros y actuamos, por suerte no tuvimos que llegar a una reanimación", apunta Juan José.

Todos estos profesionales coinciden en un mismo punto, para evitar riesgos lo principal cumplir las normas.n

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