Ana Peaguda: recuperando tesoros y creando arte

Ana Peaguda ha recorrido parte de la geografía española realizando restauraciones de patrimonio en iglesias y monasterios, entre otros. Pero desde hace 10 años se ha afincado en nuestra provincia trabajando en restauración de obras para el obispado. Un trabajo que combina con lo que ella define como una afición: la pintura. Su última exposición “Acrílico sobre 50 sombras de Grey y Lorzepán” muestra su visión de la violencia de género y como los ansiolíticos y antidepresivos forman parte de la sociedad de hoy en día. Una muestra que visitará diferentes Centros de Información a la Mujer a partir de otoño. Mientras, realiza retratos por encargo y ya tiene en mente una nueva exposición con la que busca reflejar su preocupación por los suicidios, sobre todo entre la gente más joven. Restauradora y pintora. ¿Cómo comenzó su vínculo con el arte? Recuerdo que siendo una niña, no tendría más de 6 o 7 años, una profesora del colegio nos realizó un retrato a mi hermano y a mí. Desde ese momento, al ver su obra, tuve claro que quería ser como ella. Con el tiempo descubrí que existía la posibilidad de estudiar Bellas Artes. Así que me encaminé hacía esa rama y los dos últimos años opté por especializarme en restauración. ¿Por qué se decantó por esta rama? Siempre quise dedicarme a algo relacionado con la creatividad artística y pensé en la pintura y la escultura pero me preocupaba poder pagar facturas. Es un mundo en el que es difícil ganarse la vida. Por eso me decanté por una especialidad más técnica que se ocupa de conservar el Patrimonio artístico, de la restauración se puede vivir. Incluso tuve empresa durante 15 años, Dextra Restauración. ¿Y la pintura en sí? En los años del instituto y la facultad pintaba y vendía mis cuadros. Era una forma de ayudar a pagar mis estudios a la vez que daba rienda suelta a una afición que siempre tuve y que me permitía expresarme. Y ahora se dedica profesionalmente a la restauración. Cuéntenos cómo es su trabajo. Estoy trabajando en el Centro de Conservación y Restauración San Martín de Ourense, del Obispado. Mi trabajo es restaura retablos, imágenes, en el taller… No me cabe duda de que esta profesión la ha llevado a conocer y descubrir mucho patrimonio, además de viajar por todo nuestro país. Ahora mismo ya llevo 10 años instalada en Galicia, pero pasé más de 25 moviéndome por todo el territorio nacional. Desde las catedrales de Plasencia y Valencia, al monasterio de Burgos, Guadalajara, Toledo, Santoña… Es un regalo poder estar en lugares tan especiales, con tanta riqueza arquitectónica y aportar mi grano de arena a su restauración y conservación. De toda su trayectoria, hay alguna restauración que recuerde especialmente. Ha habido muchas obras interesantes, pero recuerdo una en concreto: en Cienpozuelos, Madrid, donde estuve tres años. Era una colaboración multidisciplinar de colaboración de la Universidad Complutense de Madrid y la Politécnica del País Vasco. Venían alumnas de último curso y yo estaba como profesora de sus prácticas de la Universidad. Nuestro trabajo consistía en restaurar unas pinturas muy interesantes de Lucas Jordán y yo, al igual que las alumnas, residíamos en el Hospital Psiquiátrico de San Juan de Dios. En el hospital tenían un taller donde pintaban y yo, además de hacer mi trabajo como restauradora, enseñaba de forma voluntaria a pintar a los residentes. Una gran experiencia. Además, yo también soy auxiliar de enfermería. Es como si todo encajase. Es toda una caja de sorpresas ¡y muy polifacética! (Risas). Fue hace unos años. Hice auxiliar de enfermería e hice las prácticas en psiquiatría de Piñor y en la unidad de agudos de Ourense. Además, si no hubiese hecho Bellas Artes, mi otra vocación es la psiquiatría. Estuve dudando hasta el último momento antes de decantarme por la rama artística. Es como un círculo que se cierra a su alrededor. Todo se relaciona. Coincidencias por las que te lleva la vida. En el ámbito de la pintura, acaba de exponer en la Sala dos Arcos de Celanova “Acrílico sobre 50 sombras de Grey e Lorazepán”. ¿Qué nos puede decir de esta muestra? Escogí este titular por la polémica que surgió en su momento por el libro “50 sombras de Grey”. Libro que no me leí pero sí vi la película para saber de qué iba la cosa. Escogí este en concreto para visibilizar la violencia de género porque vi como había muchos psicólogos que ponían el foco de atención sobre cómo se estaba romantizando el control, la humillación… y en una novela que estaba dirigida casi exclusivamente a mujeres. De hecho, la mayor parte de las lectoras fueron mujeres. Se vendió como un empoderamiento de la mujer, cuando realmente era todo lo contrario. Constantemente aflora la humillación. Con respecto al lorazepán, pues es un antidepresivo, ansiolíticos, y somos el país que prescribe y consume más antidepresivos y, por el contrario, los que menos psicólogos tenemos por habitante. Se trata de cuadros que nos invitan a reflexionar y sumergirse en el proceso al que se enfrentan las víctimas de violencia de género. Y como muchas veces el tiempo en que viven en ese proceso recurren a tratamientos de tranquilizantes y antidepresivos. Son ellas las que tienen que tomar “algo” para poder salir adelante en ese proceso. Casi siempre somos “nosotras”. En ese sentido también quería hablar como la sociedad a menudo culpa a las víctimas de no haber avisado a tiempo. Parado a tiempo. Denunciar. Es necesario hacer campañas de que la gente tome conciencia de que no siempre es tan fácil. La mayor parte de la violencia se queda oculta. Y no entiende de estamentos sociales, ni posición de la mujer. También es una llamada de atención a como ir a un psicólogo o psiquiatra sigue siendo tabú en nuestro país. Totalmente. Es algo de lo que cuesta hablar. No sé ve como algo natural. Y sin embargo es muy necesario. Habría que normalizarlo más, hablar de ello de forma más natural. Sobre todo después de la pandemia. Tal como te decía ya no es solo que no acudimos a ellos, es que somos el país con menos psicólogos y psiquiatras por habitante, y, curiosamente, donde más ansiolíticos se prescriben y consumen. Y una vez que una persona acude a ellos, la pregunta es: “Por qué no habré ido antes?”. ¿Qué técnicas utiliza en estos cuadros? Es la primera vez que utilizo collage, pigmentos con azafrán de la cocina, acuarela, acrílico… ¿Por qué materiales se solía decantar antes? Óleo sobre lienzo, pastel, que me hacía los pastel caseros, acuarela, lejía, algún collage. Se puede decir que esto forma parte de su evolución o es más bien las ganas de experimentar. Son las ganas de probar cosas nuevas. Cuando tengo algo que tengo más o menos controlado, me digo “vamos a cambiar”. Es como un reto, hacer algo diferente. ¿Cuándo da por finalizada su obra? Pregunta difícil (risas). Hay cuadros de esta exposición que abandoné porque no me gustaba el resultado. Luego retomé y no descarto que vuelva a retomar alguno que no me convence… no tengo fórmula para decir que está acabado. Creo que tengo una permanente insatisfacción. La muestra es realmente impactante. Y si no me equivoco va a seguir recorriendo otros puntos de la provincia. Se moverá por diferentes puntos de Centros de Información a la Mujer, CIM, a partir de otoño. Así que la gente podrá verla en la provincia. Además de en Celanova, también ha expuesto en otras salas. Yo viví 35 años en Madrid, donde me fui de muy pequeña. Durante ese tiempo expuse en diferentes espacios culturales y, ya de vuelta a mi tierra, expuse en A Fábrica de Allariz, en el Castillo de Maceda, y también he dado clases en diferentes aldeas como en Maceda, Baños de Molgas, en la Casa de Curros en Celanova. Clases de pintura y de restauración. Y de cara el futuro, ¿en qué está trabajando? Hay un tema que me preocupa y sobre el que me gustaría hacer alguna cosa. El suicidio entre los adolescentes. A raíz de la pandemia han subido las cifras de una manera alarmante. Son cosas de las que no se hablan y vuelve a poner el foco sobre la importancia de una buena salud mental. Creo que quiere acabar esta entrevista dando las gracias… Sí, me gustaría aprovechar para dar las gracias a Toño Sousa, presidente de la Asociación de Veciños de Vilanova dos Infantes, quien promociona esta exposición; a Julia Rodríguez Lamas, directora-asesora jurídica del CIM de la Mancomunidade Terra de Celanova, y a Marcos Álvarez Fernández, psicólogo del CIM. No sólo por iniciar y apoyar esta iniciativa sino también por su dedicación profesional atendiendo a mujeres que sufren violencia de género.