Me disponía a titular el artículo como 'El Oviedo pega y el COB pone la otra mejilla' pero, demonios, ya lo hice en otra ocasión. No recuerdo si fue la pasada temporada, o la anterior.
La cuestión es que el club asturiano mantiene su estilo de máxima intensidad y defensa al límite de la falta a pesar de la temporada y los jugadores. Algo así como el FC Barcelona en el fútbol y la obsesión por los pases o la posesión. Una forma de jugar que, en esta LEB Oro, supone tres cuartos de victoria si coinciden dos factores en la cancha: el rival se deja pegar y los árbitros lo permiten.
Primer factor. El COB de Gonzalo García que, si bien comenzó con el ritmo y la actitud adecuada, con el recuperado polaco Pluta y el soporíferamente efectivo serbio Balaban; no supo, no pudo o no le dejaron responder al reto físico y mental a partir del segundo cuarto.
Segundo factor. Un trío arbitral con la intención inicial de pasar desapercibido, por supuesto, pero al final destacado por permitir un nivel de agresividad de ocho en la escala defensiva de Ritcher. Lo innegable es que lo mantuvieron durante todo el partido, salvo algunas acciones puntuales.
No fue un detalle baladí. Porque el Oviedo tuvo pista libre para desarrollar su estilo. Convirtió cada movimiento por su zona en un paso por las Termópilas, presionó, apretó, forzó. Impidió toda salida cómoda para los exteriores cobistas. Edu Martínez metió su primer triple en el tercer periodo. Connor Wood en el cuarto. Ott ni lanzó.
Sin opción de tirar con comodidad, con el defensor muy encima, la opción fue surtir de balones a Balaban bajo el aro. Darko recibió balones. Y golpes. Más golpes que balones. Magullado y forzado, llegó exhausto e impreciso a los últimos y decisivos minutos.
Ni un reproche al Oviedo. Además de defender como perros, tiene la virtud y el talento de atacar con criterio y acierto. Llorente, Geks, Víctor Pérez, Nuutinen, Arteaga... Se desenvuelven tan bien en una reyerta en las 3.000 viviendas como en el Concierto de Año Nuevo en la Ópera de Viena. Es un equipazo y su puesto actual en la clasificación es engañoso y peligroso.
No se acaba el mundo
Ahí falló el COB. No pudo igualar el nivel y llevar el partido a la trinchera. No pudo romperlo, aprovechando alguna de las pocas debilidades del rival. No pudo ser piña -algunos jugadores no atraviesan su mejor momento- y llegó demasiado cansado a los últimos minutos. Tranquilos, no se acaba el mundo. Sólo pasó el Oviedo.
