Las ametralladoras ourensanas debilitaron a los tanques culés que ocuparon el Pazo, pero las granadas del éxito explotaron en las manos del COB
En un conflicto bélico las pequeñas batallas son las que deciden el vencedor. Son los detalles los que llevan al limbo una guerra y son las minúsculas estrategias las que salvan la vida en una misión. El COB salió con todas las armas ante los tanques del Barça B. Ellos eran más fuertes, más robustos, con más potencia, pero los ourensanos con sus minúsculas armas clavaban las balas de sus ametralladoras en la diana rival.
El armamento blaugrana se debilitaba hasta el punto de una confusión que aprovechaba el equipo local. El soporte de una afición caliente y masiva en el Pazo, daba más balas a los anotadores ourensanos que se veían inmunes a las contestaciones culés. Si Kurucs anotaba un triple, el americano Hittle le respondía con dos. Si Sada y Diagné maniobraban un mate atronador, la simbiosis canaria organizaba un 'alley oop' que hacía temblar los cimientos del banquillo blaugrana.
Las trincheras aguantaban sus avances como podían. La segunda guardia del COB respondió con ataques de garantías que ganaban terreno, amurallaba una ventaja que se antoja decisiva, pero el viento se las llevó.
Las granadas se detonaron en cadena y cayeron los sacos que protegían el dominio. Sin escudos, sin amparo armamentístico, ni refugio donde cobijarse, los ourensanos convocaron a la locura bélica. Sin cabeza, ni balas para ganar, solo pudieron llorar una victoria que se escapó en el efímero instante que creyeron que iban a ganar.
