Hoy (por ayer domingo) se abría la posibilidad de salir los menores a la calle, acompañados de un adulto y con una hora de duración (esto último lo he aprendido hoy y ahora entenderéis el porqué). Quizás pensabais que os iba a contar cómo fue el día de la pequeña escritora con su caduco padre, pero quitando que la madre me ha dicho “¡habéis estado menos de una hora!”, poco más reseñable puedo añadir.
Yo vivo a las afueras de Ourense, en un lugar que cuando llamas a un sitio de comida a domicilio, siempre contesta el juez de silla de Roland Garros y te dice lo mismo: “NOOO”. Aquí, si sales a dar un paseo, es más fácil ver ovejas que personas y, como esta medida de la distancia dure mucho más, mi hija podrá hacer el "remake" de la película de Robert Redford, pero adaptando el título a “La niña que chillaba a las gallinas”.
Por ello no hemos vivido las imágenes que corren por las redes de parques y playas llenas de niños y adultos sin ningún tipo de protección (luego vienen los sustos). Si eso que se publica es verdad y no son “fake news” -otra cosa que hemos aprendido en la cuarentena y viene a significar “me lo invento para tocar los c…”-, es una pasada. Sólo faltan fotografías de padres haciendo botellón con los hijos.
De todos modos, lo más importante de este fin de semana no ha sido nada de lo que he escrito y tampoco algo relacionado con la cuarentena. El país se ha parado porque un tío le ha puesto los “tochos” a su novia -casualidad que ha sido con una más joven- y le han pillado porque, mientras hacía una videollamada, la chata pasaba por detrás en bikini. La historia así contada no es nada del otro mundo, lo maravilloso es que llevan dos días hablando de ello.
Desde que salió la noticia, que parece ser fue a través de Twitter, han dado más información sobre el tema que de la muerte de Kennedy. Ha hablado la novia que ahora es ex -que ya se olía algo-, un amigo de él -no se olía nada-, la joven que ahora es novia -se lo olía todo-, el primer novio de la nueva -hace mucho que no huele nada-, la madre de la ex -huele muy bien–, y todo eso rodeado por un montón de analistas y expertos en el tema –huelen la mierda-.
Y quieren que los padres respeten las normas, ¡¡¡normal que corran a la calle!!!
