Si hay alguien que hoy manda en el PP de Rajoy, ese es Luis Bárcenas. El de la peineta marca los tiempos, gobierna los titulares y las fotografías de la actualidad. Los hombres y las mujeres del presidente tienen instrucciones de no pronunciar su nombre. Ni en vano ni en público. Obedecen, pero eso no impide que tartamudeen, que en cada comparecencia donde se les menta a la bicha se les desmorone el discurso y acaben diciendo lo que no querían. Hemos visto a Dolores de Cospedal sufriendo ataques de pánico al explicar la extraña y jugosa indemnización al temido extesorero. La secretaría general del PP está perdiendo estrepitosamente el pulso con 'Luis el Cabrón'. Pretendía ser su azote y se ha convertido en su víctima. Rajoy, por supuesto, calla. Se esconde bajo la sábana y cierra con fuerza los ojos, esperando que desaparezca al innombrable. Pero él sigue ahí, impertérito, imborrable, a los pies de la cama.
