El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, todavía recién salido del horno, confirma dos graves evidencias: que los políticos son cada vez más una preocupación para los españoles y que la valoración de Mariano Rajoy su Partido Popular cae en picado. Y esto es lo que los ciudadanos han transmitido al CIS antes de que saltase el escándalo de los sobresueldos en el PP; es fácil predecir los resultados del próximo barómetro. España vive, por tanto, una dramática realidad en la que percibe que los representantes que eligió para resolver los problemas son en realidad el problema y descubre que el partido en el que depositó una amplia confianza para capitanear la salida de la crisis no sólo no responde a sus expectativas sino que se convierte en sospechoso de una indecente trama de corrupción. Espeluznante.
