Opinión

Globos

Sólo noventa personas deciden quiénes son los premiados. Pero los Globos de Oro, etiquetados hace mucho tiempo como la antesala de los Óscars, ganan en relevancia mediática año tras año, y se convierten, por estos lares, en retransmisión televisiva para las madrugadas de Canal+.


El plató no podía ser más austero. Y ocupando la mesa, dos polos. El de la ortodoxia, personalizado en Juan Zavala, y el de la heterodoxia, con el rostro y las salidas de Pepe Colubi. Durante hora y media comentaron los prolegómenos, y durante otras tres horas siguientes, la entrega de premios.


Juan Zavala presenta desde hace dos años, durante el Festival de Cine donostiarra, los Encuentros de Zabaltegi en los bajos del Teatro Victoria Eugenia. Durante esos nueve días demuestra cómo es posible conducir un magacín cinematográfico con soltura, autoridad moral, regusto por la divulgación y afán didáctico. Ahora tiene responsabilidades en el canal TNT, donde pronto veremos la serie ‘Entre todas las mujeres’, dirigida por Mariano Barroso. Pero yo sigo pensando que los espectadores nos estamos perdiendo a un gran presentador televisivo, de esos que toleran de maravilla el paso de los micrófonos radiofóni cos a las cámaras. Nos tenemos que conformar con verlo durante madrugadas como la del domingo, puesto que en esta televisión de hoy, pese a la proliferación de señales, parece que no hay hueco para espacios que requieran la calma y la mesura que requiere Zavala. No deja de ser curioso que poco antes otro de los habituales a este tipo de transmisiones, Jaume Figueras, se encontrase como invitado en la tribuna de ‘Pánico en el plató’, mientras su ex compañera Ana García-Siñeriz estaba a punto de levantarse para acudir a la redacción de ‘El matinal de Cuatro’. Evidentemente, los tiempos cambian para todos.



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