Casi nadie repara en Ciudades para el siglo XXI, esa colección de reportajes con perfil turístico que se han recuperado las noches de los domingos. Como es sabido, reflejan de un modo exquisito los rincones, el patrimonio, paisaje y paisanaje de los lugares que retrata, siempre en colaboración con los ayuntamientos de los respectivos municipios.
Por eso me sorprendió que llegado el momento de hacer mención a la Plaza de la Cibeles, y tras mostrar cómo alrededor de la fuentes se dan cita los tres poderes, el municipal, el militar y el económico, las cámaras des cendieran justamente hasta la boca de metro que asoma por la esquina del Banco de España, y mostrasen los cartones sobre los que los vagabundos duermen cada noche. A muy pocos metros, decía el guión de Nel Escudero, de los lingotes de oro que se guardan en ese banco emblemático.
Normalmente, los subsuelos se esquivan, lo que afea se oculta, con tal de que no moleste en el conjunto. Me parece mucho más inteligente la postura de Escudero, que buscó el contraste y la paradoja por encima del hueco valor de la tarjeta postal. Por si fuera poco, al hablar de las navidades madrileñas, también se lanzaron pullas contra el consumismo, al que se comparó con una verdadera droga, con síndrome de abstinencia incluido. De lo que da fe esa cuesta de enero en la que ahora mismo estamos sumidos.
Detalles como éstos, que suelen adornar cada una de las entregas de Ciudades del siglo XXI, aportan veracidad al conjunto. Es curioso detenerse en alguno de sus comentarios. Porque siempre hay un matiz que dice mucho más de lo que dice. Y que ayuda sobremanera a conocer realmente los lugares a los que se aproxima.
