Opinión

Macario y las 
responsabilidades electorales del PSOE

Soy de los convencidos de que en democracia los votos no se interpretan. Se cuentan, y punto. Y hechas las cuentas del 24 de mayo es indudable que los resultados electorales obtenidos por el Partido Socialista en Ourense en general, y en la ciudad en particular, son malos sin paliativos. Y punto.

Es obvio que unos resultados como éstos exigen la asunción de responsabilidades por parte de los cuadros y dirigentes de una organización política democrática como el Partido Socialista. Es obvio también que el partido no puede actuar más en función de los que han dejado de votarlo que de los que han seguido otorgándole su confianza, y en ese sentido lo prioritario es respetar y cumplir el mandato de estos últimos, que en el caso de Ourense capital significa trabajar por la ciudad desde la oposición durante los próximos cuatro años con un grupo municipal integrado por los seis concejales electos.

Todo esto, en efecto, es obvio en mi opinión. Lo que entiendo menos son las prisas, y menos aún el entusiasmo con que una parte de la organización que ha fracasado en su totalidad en la provincia se lanza a pedir cabezas a la otra parte. Resulta especialmente llamativo si tenemos en cuenta que perder después de ocho años el gobierno de la ciudad significa que se ha gobernado y forma parte de la normal y cíclica alternancia política, en tanto que en la provincia vivimos la anormalidad de no haber “alternado” jamás al PP ni de lejos. Incluso duplicando los resultados de la ciudad quedaría a años luz el relevo de los conservadores en la Diputación, que en cambio se consigue en las otras tres provincias gallegas.

Estoy convencido de que la ejecutiva local socialista no asumirá menos responsabilidades –ni con menos celeridad- de las que asumió la anterior ejecutiva gallega cuando la debacle electoral de las autonómicas. Estoy seguro de que la ejecutiva local no asumirá menos responsabilidades –puede que incluso alguna más- de las que asumió la ejecutiva provincial cuando en las municipales de 2011 se revalidó brillantemente el gobierno municipal de la ciudad pero volvimos a perder estrepitosamente en la provincia dejando en el empeño algunas alcaldías socialistas emblemáticas. Estoy seguro, en fin, de que el Partido Socialista –pieza clave en la arquitectura democrática de este país– sabrá impulsar una renovación de dirigentes, cuadros y estructuras tan profunda como sea necesaria, para reformular un proyecto político que el 24 de mayo no obtuvo apoyo para renovar el gobierno municipal de la ciudad de los últimos ocho años, ni fue capaz en más de tres décadas de constituir una alternativa progresista al Partido Popular en la provincia, en tanto que eso hace años que ocurre en A Coruña, en Lugo y ahora en Pontevedra.

A eso es a lo que debe aplicar todas sus energías el Partido Socialista en Ourense, y no a estériles ejercicios de ventriloquía que sólo alcanzan a confundirnos con la verborrea de Daisy y Doña Rogelia o haciéndonos creer que habla Macario cuando en realidad lo hace José Luis Moreno.

Te puede interesar