Opinión

Estrategas de los pactos

Las direcciones de todos los partidos han optado por permitir a sus líderes regionales que establezcan las políticas de alianzas que consideren oportunas para lograr la gobernabilidad de comunidades autónomas y ayuntamientos, como fórmula con la que pretenden minimizar los daños propios que los pactos les pueden infligir.

PSOE y Ciudadanos son las formaciones más interesadas en que los pactos se cierren a varias bandas para no condicionar su posición de cara a las próximas elecciones generales y evitar quedar identificados en los distintos ‘frentes’. Aunque, por el momento, los pactos que se van cerrando o tienen las conversaciones más avanzadas transcurren por las vías previstas: Ciudadanos apoya a los populares en La Rioja y Castilla León, donde los dirigentes populares van a aceptar las condiciones anticorrupción y de regeneración democrática que les han pasado a la firma, y los socialistas Emiliano García-Page en Castilla La Mancha y Guillermo Fernández-Vara no prevén problemas excesivos para encabezar los gobiernos en ambas regiones con el apoyo de Podemos que ahí ha quedado muy lejos de la primogenitura de la izquierda.

El partido de Albert Rivera necesita un pacto con el PSOE en algunos de los lugares donde la corrupción entre dirigentes populares ha sido flagrante tanto para sacudirse el sambenito de ser la muleta en la que se va a apoyar el PP cuando necesite un socio, como para acentuar su compromiso en la lucha contra la corrupción. ¿Puede ser la Comunidad de Madrid la coartada de Ciudadanos tras las últimas imputaciones para un pacto con el PSOE que aúpe a Ángel Gabilondo a la presidencia? El PP va a hacer todo lo posible para que eso no ocurra, y Ciudadanos debe prever también que muchos de sus apoyos proceden de exvotantes populares y que todavía no los ha fidelizado como propios.

Para los populares todos los pactos que no giran a su alrededor son perniciosos para el resto de las formaciones. Para ello da pábulo a la teoría de que las alianzas entre partidos de izquierda van a perjudicar al PSOE, a la que se ha apuntado también la presidenta en funciones de Andalucía, Susana Díaz, con su apelación a la ‘centralidad’ de su partido, cuando lo que verdaderamente le hace padecer es la pérdida de poder territorial que va a registrar. Porque tan acertada es la lectura de que los electores han apostado por el pacto como la que dice que son partidarios del cambio, y cada partido tiene libertad para interpretar los resultados. No obstante, el PSOE no pierde la esperanza de que Ciudadanos dé la espalda al PP y se acerque a ellos en algunos lugares, lo que le permitiría sacudirse la sombra de Podemos.

En este nuevo escenario para poner en práctica otra forma de hacer política existe una situación de excepción, Andalucía, donde una parte de las negociaciones transcurren con los métodos de la vieja política del cambio de sillones: la abstención del PP para permitir la investidura de Susana Díaz a cambio de mantener la alcaldía de algunas capitales y grandes ciudades andaluzas evitando su desalojo de algunos de su feudos.

Por ahora a todos les interesa pactar con todos, dar la imagen de que lo que les importa es la estabilidad de las instituciones y la lucha contra la corrupción y dejar las espadas en alto hasta la próximas elecciones generales.

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