Opinión

Los salesianos, el cine y el teatro como escuela

Los ourensanos (aunque yo no soy de cuna, pero sí de vocación y carácter) que nos educamos en el colegio de los Salesianos, tenemos que agradecer, aparte de otras muchas cosas, el modo en que nos acercaron al cine y al teatro, no en vano San Juan Bosco es el patrono de ambos. En aquel colegio sábados y domingos había cine, siempre de películas escogidas, y de vez en cuando hacíamos funciones de teatro, concursos y recitales y hasta zarzuela. Fue uno de los primeros colegios en disponer una sala de televisión para ver los partidos y en suma todo lo que tuviera que ver con la comunicación. Hasta disponíamos de una radio escolar, con unos estudios y que se emitía para las aulas. Allí empezó mi vocación y mi propia carrera en ese mundo que me llevaría a la radio profesional, al periodismo y finalmente a la docencia universitaria en este terreno.

Uno de los más insólitos recuerdos de aquel tiempo fue cuando representamos, en forma de zarzuela, con diálogos y cantada, nada menos que una de las historias de “Las mil y una noches”, “Alí Babá y los 40 ladrones”, en la que yo hacía de capitán de los bandidos. Entre los personajes conocidos que formaban mi tropa estaba Secundino Guzmán Boimorto, que con el tiempo sería cocinero del complejo hospitalario de Ourense, o José María Fonseca Moretón, hoy empresario de éxito en el sector vitivinícola. Y como en los Salesianos se hacían las cosas bien, hasta trajeron de Madrid, de una sastrería de cine y teatro los atuendos adecuados para vestirnos. No me acuerdo de quién era la obra esta, pero sí que hablábamos y cantábamos, según los fragmentos. Aparte de aprender el texto, ensayábamos con rigor y sería de ver hoy el resultado. Aparte de esta obra representábamos muchas más, y yo recuerdo haber participado en varias. Siempre eran obras escogidas de teatro de aquel tiempo, en el que se destacaran valores humanos, la solidaridad o el Derecho. Creo que, en este tiempo, nada de esto se hace ya. Pero entonces formaba parte esencial de la propia vida del colegio.

Con ese especialmente sentido del humor ourensano, cuando nos encontramos alguno de aquellos veteranos actores y amigos, solemos entonar las canciones que todavía recordamos y que siguen guardas en los recovecos de la memoria. José María Fonseca Moretón y yo, de modo inevitable, como saludo, entonamos un himno que se le cantaba al director del colegio en sus aniversarios: “Así como los pájaros y flores se alegran al llegar la primavera, así también se alegran hoy tus hijos al celebrar con júbilo tu fiesta”. Lo hacemos donde quiera que nos encontremos, con la lógica sorpresa a los circundantes.

La utilización del cine y del teatro como elemento formativo, como digo, era una tradición de los hijos de Don Bosco, que fue nombrado patrono del cine y el teatro como reconocimiento a su temprano reconocimiento del valor de ambas artes. Además, estas actividades complementarias nos vinculaban especialmente al colegio, de modo que los sábados y domingos volvíamos al centro, aunque no hubiera clase y se convertía en un espacio de asueto y diversión. Esos días se proyectaban películas del momento, no se crean. Recuerdo mucho cine español de aquel tiempo. Y es curioso que, en perspectiva, aquello que nos parecían “españoladas” se visionen ahora con otra perspectiva crítica y sociológica de que eran mucho mejores de lo que pensábamos. Al verlas ahora de nuevo, resulta inevitable recordar la primera vez que pasaron ante nuestros ojos, ante aquel entrañable colegio ourensano, al que tanto debemos la base fundamental de lo que hemos llegado a ser en la vida.

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