Opinión

Urkullu confía en que Sánchez le envíe a todos los etarras este año

A comienzos de año, el PNV hizo saber que, dada la buena disposición al respecto de Pedro Sánchez, confiaba en que, “mediante la negociación política”, o sea, el pacto o mejor dicho, “do ut des”, este año de 2022 significara el fin definitivo de la dispersión por el territorio del Estado español de los presos de ETA, a fin de reunirlos a todo, como se acordó que se haría poco a poco, desde que en noviembre del pasado año le fueron transferidas las prisiones. Otegui ha sido más expresivo, y dice que si no fuera porque su objetivo es que todos sus camaradas etarras estén pronto en libertad, a buenas horas iban a apoyar los presupuestos ni las políticas de Sánchez. Así de claro. De momento, entre los 13 presos que serán trasladados de inmediato figuran dos de los más celebres asesinos despiadados. Como en otras ocasiones, desde el PSOE, para justificar este traslado se ha recurrido a recordar los que se realizaron por Gobierno del PP, obviando que en este caso media además un pacto político con otras contraprestaciones de una y otra parte. Aparte de aquello de que pactar con Bildu era una línea roja intraspasable (“Y los socialistas somos de fiar”, Carmen Calvo dixit).

La “Plataforma de apoyo a los presos de ETA, SARE”, comunicó que confía en que el PSOE impulsará en el último año de la legislatura de Pedro Sánchez el acercamiento a cárceles del País Vasco de todos los presos de la banda. Y tiene un programa de movilizaciones. El trato con el Gobierno de progreso en orden lo lidera el ex consejero vasco Joseba Azkárraga, quien entiende que una vez reunidos en Euskadi, su gobierno de allí debe ser más decidido en orden a la aplicación a los etarras del tercer grado que facilita el cumplimiento de sus condenas en libertad. En ello andan. De momento, ya van más de 100 los terroristas de la banda que han sido acercados al País Vasco. Lo más curioso es que, dentro de las medidas de reinserción de los etarras, figura la realización de cursos de jardinería, lo cual, sin duda, es una acertada medida al cambiar la pistola por el rastrillo. Es decir, en lugar de segar vidas van a segar geranios.

En aquella comunidad se ha puesto en marcha el llamado “Modelo penitenciario vasco”, específico de momento para los etarras y no para los presos comunes. El PNV ha rechazado, desde el Gobierno, 300 peticiones de estos últimos, pues las medidas graciables sólo se aplican a los terroristas de ETA, de suerte que la consejera de Justicia, Beatriz Artolazabal Albéniz, firma sucesivas concesiones de autorizaciones a etarras (van 23, de momento), para que abandonen la cárcel con total comodidad. Las protestas y recursos de las asociaciones de víctimas del terrorismo no han sido atendidas. Se está llegando al extremo de que desde Euskadi se ha tramitado el traslado al sistema penitenciario del Estado de presos extranjeros para acomodar cerca de casa a los miembros de ETA. Los últimos traslados de los dirigentes de ETA “Txapote” y Mobutu y el pistolero Henri Parot demuestran que el proceso se ha acelerado y que Otegui podrá cumplir su promesa y objetivo de que este año congregue a sus ex camaradas en Euskadi, como primer paso para salir a la calle. Los presos vascos son visitados regularmente y se reúnen con los parlamentarios Julen Arzuaga y Jon Iñarritu que son una especie de comisionados para velar porque se hallen cómodos y atender sus quejas. Pese a su nulo arrepentimiento, no colaboración para aclarar los más de 300 asesinatos impunes, el Gobierno vasco tiene una manga muy ancha y aplica con largueza el reglamento penitenciario. Gracias a la buena disposición de Sánchez, el PNV insiste en los presos es prioridad dentro de la negociación política, a combinar con las movilizaciones previstas. Y desde Cataluña le llueven los apoyos, como el de Elisenda Paluzie, de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y dice que, tras la desaparición de ETA, sin más, se deben poner en libertad a todos los presos. Ya andan en ello.

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