Opinión

¡POR FIN EL DÍA DE LA ABUELA!

Pues sí, por fin se ha instaurado el Día de la Abuela, el 17 de octubre, el domingo pasado. Con lo merecido que tienen todas las abuelas su Día, sobretodo las que se han dedicado a criar a los nietos, o aún los crían. Por el amor que profesan a sus nietos, ya lo merecían. Existe el Día del Padre, de la Madre y mil días más, dedicados a mil cuestiones. El del hijo es todos los días. Faltaba en justicia este Día, gracias a Rosa Oriol de Tous, una gran empresaria, que creó el osito, un emblema de prestigio, todo ternura. Ahora realizó otra creación para este Día, para poner un trozo de cabello de los nietos o sus fotografías. Cada persona recordará a su abuela, que no disfrutó de su Día, no tenían su espacio, criando a sus hijos, luego a sus nietos. Si los hijos trabajaban, era una obligación a la que ellas se ofrecían, con todo el amor del mundo.


He sido criada por mi abuela Mamásina y su hermana tía Amparo, dos personas dedicadas a nosotros en cuerpo y alma. No tuvieron su Día, pero eran muy queridas y las respetábamos. De mayores pudieron disfrutar de la televisión, antes no existía, con programas de mucha calidad, si viesen los actuales les daría un vahído. Cocinaban de maravilla, y para cualquier malestar sabían las recetas de cosas naturales. Eran sabias, con gran sentido del humor y con su sonrisa permanente, a pesar de que sus vidas no fueron fáciles con una guerra. Lo que no falló es que todos los nietos adorábamos a Mamásina, y la visitábamos a diario en su casa, en el Parque de San Lázaro, cuando ya no vivíamos juntas -los niños fuimos creciendo y en el piso de santo Domingo ya no se cabía-, hasta que se nos fue a los 91 años y medio. Mi abuela leía La Región diariamente, y cuando viví en Santiago varios años, todas las semanas recibía sus maravillosas y cariñosas cartas. Tuve una abuelaza.


Recuerdo tantas cosas hermosas, como el día de San Francisco de Asís, mi santo, me tenía una bandeja con vino dulce y pastas, pasteles..., para invitar a la familia y a los vecinos. En Peliquín, donde estuvimos desde mis cuatro años hasta los siete, en la casa de sus padres, hacía lo mismo. Estoy segura de que fue feliz, porque se sentía muy querida por todos, y éramos cantidad los que vivíamos con ella. Merecía todo el amor del mundo. Me encantaría que este Día de la Abuela existiese para ella. Le cantábamos su canción favorita: 'Adiós con el corazón, que con el alma no puedo...' Éramos todos muy alegres y lo disfrutaba. Hacíamos cientos de fotografías, poníamos discos y bailábamos al aire libre, en fin, que también le hemos hecho la vida agradable. Lo pagaba con creces, hasta en la posguerra, iba a Portugal a traer comestibles para la numerosa prole que vivíamos con ella.


Espero que este Día de la Abuela haya sido bien acogido por los nietos, dándoles cariño, que es lo más importante, porque los adoran. La vida para las abuelas cambió mucho, tienen viajes, cursillos de todo, pueden vivir con más libertad y disfrutar porque existen muchos electrodomésticos que les quitan trabajo. Disfrutan de lo que antes no han podido, cuando criaban a sus hijos. Es su recompensa merecida, disfrutar con más paz y tranquilidad de las pequeñas cosas. Que no sea lo de 'boca callada y cartera abierta', y enviarlas a una institución, si ellas no lo desean. Mi madre también ha sido una gran abuela, aunque ya disfrutó mucho más de la vida que su madre. Se fue demasiado pronto. Las dos, siempre tuvieron una sonrisa en los labios, y mucho amor en sus corazones para repartir a raudales. Un homenaje muy merecido a las abuelas.

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