Opinión

Ilusiones fantasmales

Quintus Septimius Florens Tertuliano era un apologista cristiano que se puede considerar como el más importante intelectual de finales del siglo II y comienzos del III. Su coherencia ideológica le llevó a crear un movimiento religioso dentro de la secta frigia conocido como tertulianista. Pretendía el regreso a la auténtica fe que veía representada por los apocalípticos montanistas. Hay una frase que se le atribuye a este atormentado pensador que creo es oportuna por el momento político que se está viviendo en nuestro país: “Las ilusiones son fantasmas que se figuran en sueños”.

Los ciudadanos necesitan creer y depositar su confianza en colectivos y si las instituciones, organizaciones y partidos políticos pierden credibilidad, ese vacío lo llena el hastío, la pasividad, el desasosiego y la atonía; lo que podíamos llamar “la Nada”.

El niño necesita las ilusiones, los adultos la esperanza; cuando la esperanza se convierte en una ilusión no deja de ser una agradable aberración, como afirmaba el escritor y político español Severo Catalina. Un escepticismo generalizado se apodera de las masas que se refugian en espectáculos circenses o en ferias trasnochadas; mientras los jóvenes huyen de lo inevitable hacía un futuro incierto.

Las noches invitan a soñar y los fantasmas, libres de las cadenas de la consciencia, vagan por la oscuridad de los cansados cuerpos. Son pocos los que están dispuestos a sacrificarse por los demás; nadie quiere renunciar al protagonismo que refuerza la identidad. Una identidad adulterada por la ambición y la riqueza. Privilegios, nepotismo, engaño y corrupción; el sistema se consolida con la carroña de sus hijos predilectos. Cuanta mayor sea la corrupción, mayor es el número de los que aspiran al enriquecimiento ilícito; los propios estados trafican con los instrumentos de la muerte. La inmoralidad se extiende como una mancha de aceite desvertebrando los valores que tradicionalmente sostenían la convivencia en las sociedades más avanzadas.

Madrid adora a la diosa frigia (Cibeles) y la ilusión de muchos es bañarse bajo su idolatrada imagen; el canto a la victoria se hace cuando se alcanza el éxito. La dualidad está presente en el reino de Frigia, patria del rey Midas y lugar de origen del montanismo. Esa dualidad es la que impera en la clase política; los que generan una ilusión fantasmal y los que se entregan a una esperanza regeneradora. No nos confundamos, Midas acabó suicidándose y Tertuliano cimentó la ortodoxia de la fe; ambos despreciaron el saber de la filosofía, recuérdalo.

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