Opinión

Las matemáticas última defensa del “Yo”

JOSÉ PAZ
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Año 1955. Ourense. Academia General (más conocida como Colegio Sueiro). Son las diez de la mañana, se abren las puertas y entran ordenadamente docenas de niñas y niños de cuatro a dieciséis años; no hay gritos, solo susurros, cada uno ocupa su asiento en una mesa que comparte con otros dos alumnos. Las profesoras los reciben respondiendo a los deseos de buenos días de los escolares. Comienzan las clases colocando sobre el encerado un mapa físico de España; los estudiantes de cuarto nivel recitan los principales ríos de la península grabándolos en su memoria; otro día serán los montes, los cabos, los golfos…Cada jornada de la semana tiene su mapa. Los datos físicos y políticos más notables de los continentes son también memorizados a lo largo del curso. El horario contempla a continuación las clases de matemáticas, su objetivo fundamental es potenciar la capacidad de abstracción. Memoria e inteligencia son los pilares fundamentales para integrarse, sin perder el “yo” en una sociedad compleja, competitiva y reaccionaria. El fundador del colegio es un fiel discipulo de Ginés de los Ríos y su escuela sigue las directrices de la Institución Libre de Enseñanza, basada en los principios de la filosofía krausista: primacía de la razón, defensa de la libertad de pensamiento, culto a la ciencia, tolerancia y creatividad. Conseguir impartir docencia de calidad en un país donde gobierna un dictador ideológicamente fascista en sintonía con el integrismo anticientífico de una Iglesia al servicio de los poderosos es, en teoría, prácticamente improbable. Solo la habilidad del fundador de la Academia General lo hizo posible, utilizando los principios matemáticos que fomentan la capacidad de analizar y resolver conflictos utilizando la razón.

15 de febrero de 1945. El acuerdo firmado en el barco Quincy entre Delano Roosevelt, presidente de EEUU, e Ibn Saud, rey de Arabia Saudí, determina la cooperación entre los dos países y es la fuente de conflictos de todo Oriente Próximo. 

Año 1980. El neoliberalismo impuesto por Ronald Reagan y Margaret Thatcher rompe con las reglas que controlaban al mercado, alcanzado la pobreza los niveles más altos desde el siglo XIX. La acumulación de la riqueza en pocas familias y el fracaso del socialismo real abren un mundo donde el individuo no es más que un número prescindible y amortizable en el mercado sin que éste se altere. La guerra, el hambre, la enfermedad y la miseria son elementos que producen beneficios al capital, por lo que deben intensificarse sin fijar límites de constriñan al mercado.

Año 2024. La memoria pesa, los campos de cebollas ocupan demasiado en el proceso de robotización de los humanos, la tecnología ha permitido que el conocimiento, los datos, las instrucciones, la comunicación dejen de ocupar un espacio en los campos neuronales, el aceite de palma ha ganado la batalla al bosque tropical. Los individuos civilizados responden con prontitud a los estímulos del placer, del ocio, del dinero y del poder. Los afectos, los sentimientos y las pasiones pueden ser compartidas con androides y mascotas, mientras los bebés son iniciados en la tiranía del celular, la computadora, el “smartwatch”, la “tablet”, la consola, etc.

La matanza de niños en Gaza con publicidad, con la pasividad de las Naciones Unidas, con la colaboración del EEUU, es un capítulo más de la respuesta de las masas que, ante tal estímulo, siguen comiendo hamburguesas y manejando el móvil. 

El Viejo Milenario comparte con Sánchez Salorio su temor a quedarse sin papel en el último acto, y como no maneja los instrumentos tecnológicos, el algoritmo de su vida quedaría en blanco. Por eso ha entregado su testamento vital y ha incluido, imitando a Sócrates, la pregunta ¿qué algoritmo matemático o filosófico interpreta los acontecimientos de los años 1945 y 1980? Alumnos de 4º nivel del colegio darían la respuesta adecuada. Pero hoy el krausismo ha muerto.

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