Federico Nietzsche, autor de la obra “Opiniones y sentencias”, en la sentencia 233 escribe: “Para aquellos que desprecian el rebaño de la humanidad, el que considera la humanidad como un rebaño, y que huye frente a ella lo más deprisa posible, será ciertamente alcanzado por ese rebaño que le dará terribles cornadas”.
En los últimos tiempos, una generación de políticos jóvenes, hijos de la endogamia, lógicamente ambiciosos, inexpertos, pragmáticos, seducidos por un nacionalismo sectario, sometidos ideológicamente al mercado, vacuos y oportunistas en el discurso y con dependencia del poder mediático son, a pesar de todo, el fruto de un país libre y democrático. Esa pléyade plural participa en la configuración del futuro de España abriendo un interrogante sobre la cohesión de la nación que pierde sus señas de identidad y confronta violentamente los distintos intereses de la ciudadanía.
Nietzsche, en su sentencia 188, da las claves de lo que sucede en los partidos de centro derecha: “Las musas mentirosas sabemos perfectamente decir mentiras”. Hay personajes, como Albert Rivera, que han frustrado las expectativas de los que apostaron por un discurso de moderación y por consolidación de un centrismo garante de estabilidad. Su miopía política y su afán de poder han dañado mortalmente el futuro de Ciudadanos y condenado a la soledad a Inés Arrimadas, prisionera de su bisoñez y traicionada por su mentor. Mientras, los cachorros del PP han ocupado los asientos de sus mayores, repudiándolos en un alarde de complejos y temerosos de que el hijo de Breogán descienda de su trono para sustituir a un débil Casado, incapaz de alcanzar la victoria que devuelva España a sus “legítimos propietarios”. De todos es sabido que la sombra de Aznar y la tenue indolencia fantasmal de Mariano coartan las iniciativas del “licenciado Vidriera” que en un intento desesperado no duda en fichar mercenarios sin escrúpulos, en una operación donde la traición y la compra de voluntades daña gravemente la democracia y la legitimidad institucional. Probablemente el líder conservador sea consciente de que otros peligros amenazan su frágil liderazgo, teme la fuerza con que la amazona capitalina cabalga en pos de un triunfo que la convierta en una nueva Juana de Arco, vencedora de las hordas comunistas y socialistas; aunque sea a costa de contagios y muertes.
Nietzsche, en la sentencia 19,1 afirma: “El pro y el contra son necesarios: el que no ha comprendido que todo hombre grande debe no solamente ser alentado, sino también combatido en nombre del bien público, es ciertamente aún un niño grande”. Esta sentencia del postergado filosofo explica el papel de Pablo Iglesias en el Gobierno de Pedro Sánchez y se completa con la sentencia 193: “El peor destino de un profeta: ha trabajado durante diez años en convencer a sus contemporáneos y, por fin, lo ha logrado; pero en ese intervalo sus adversarios han también logrado sus fines, y por su parte han persuadido al profeta y éste ya no cree del todo en la verdad de su doctrina”. En estas enigmáticas palabras están escritas las razones de la decisión de Pablo Iglesias, la designación de Yolanda Díaz y la postura de Más Madrid de Iñigo Rejón.
Cuando la Historia analice el papel que ha jugado Pablo Iglesias en los acontecimientos de los últimos años se encontrará con la biografía de un visionario difícil de entender, la coincidencia con Pedro Sánchez y las relaciones entre ambos abren el misterio de la incógnita del hombre que Nietzsche define en su sentencia 204: “Al hombre reflexivo y seguro de su razón puede serle ventajoso unirse a los imaginativos, abandonándose en esta zona tórrida a una dulce locura…”.
Es indudable que el viejo milenario admiraba a Nietzsche.
