Opinión

HASTA SIEMPRE, CAMARADA

C onocí personalmente a Santiago Carrillo en junio de 1973, en un castillo situado a unos cincuenta kilómetros al norte de París. Había sido convocado clandestinamente para participar en el II Congreso del Partido Comunista de Galicia (PCG). Carrillo vino a hablarnos sobre las estrategias para conseguir la democracia en España, la impresión que me causó era la de estar ante una página de la reciente historia de España; su sosiego, su forma de hablar lenta y llena de pausas, sus ojos escrutadores, su permanente pitillo del que daba caladas a cada frase, su capacidad analítica y fría.


Trasmitía la seguridad del líder y la experiencia del que ha vivido intensamente. Su personalidad era tan fuerte que los comunistas del PCE éramos conocidos como 'carrillistas', denominación peyorativa para nuestros detractores, pero que en todo caso era sintomática de las pasiones que desataba Carrillo como secretario general.


Protagonista de la Guerra Civil española, ocupó cargos de responsabilidad en la defensa de Madrid. Su visión política le hizo sacrificar protagonismo de su partido en beneficio de la democracia. Recuerdo apasionados debates cuando el partido asumió la bandera nacional y la monarquía constitucional.


Mi relación política con su persona fue ambivalente; en aquel entonces no comprendí la propuesta de eurocomunismo, y sin embargo fui de los que lo acompañaron en su periplo tras su marcha del PCE.


Hace seis años tuve el honor de presentarlo en el Foro La Región. Cientos de jóvenes abarrotaron la sala, las escaleras y el portal del edificio de Caixanova. Venían a ver a uno de los protagonistas de las libertades de nuestro país. Al hombre valiente que permaneció impasible ante las balas de los asaltantes al Congreso en el llamado 23-F. Al comunista que había impulsado la concordia entre las dos Españas.


Después de la conferencia nos desplazamos a cenar y para mi sorpresa recordaba haber estado en mi casa y los mítines en los que había participado años atrás en Xinzo de Limia. Ha vivido con valentía y ha muerto con lucidez.

Te puede interesar