Opinión

LA IGLESIA EN EL DEBATE PÚBLICO

La visita del presidente Rajoy al papa Francisco, y el discurso del presidente de la Conferencia Episcopal Española en el inicio de la Asamblea Plenaria, parecen haber servido de excusa para que se destape, una vez más, la caja de los truenos laicistas y vuelvan a aflorar a la superficie los más rancios planteamientos sobre el papel de la Iglesia en la sociedad española y sobre su legitimidad a la hora de participar en el debate público. 'LaIglesia habla, propone; ni legisla ni quiere legislar, no es su cometido. Pero puede y debe hablar sobre los principios rectores de la vida social de acuerdo con los derechos fundamentales de la persona. Lo hace en España y en todo el mundo', ha subrayado J. Antonio Camino durante la rueda de prensa posterior a la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española. Además insistió en que la Iglesia tiene la 'obligación' de 'proponer' su doctrina moral cuando lo considere oportuno para que los católicos puedan vivir coherentemente, pero en ningún caso imponerla. La Iglesia no actúa como un actor político en el campo de la política, habla de cuestiones que tienen implicaciones políticas como actor social que es con cierta relevancia, destacó.


La Iglesia, que con encomiable esfuerzo de personas y recursos está ayudando a quienes padecen los efectos más dramáticos de la crisis, es la misma que habla en el espacio público y defiende que la legislación del aborto es gravemente inmoral y representa una quiebra irreparable en el progreso de la sociedad.


No se olvide que la temperatura democrática de una sociedad, también se mide por el grado de respeto a la palabra pública de los obispos. El derecho de la Iglesia a hablar en la sociedad no depende ni está subordinado al Estado ni a los gobiernos o poderes de turno. Afirmar, como lo están haciendo algunos políticos, que el cardenal Rouco presiona al Gobierno por el simple hecho de expresar el patrimonio común de la conciencia cristiana sobre cuestiones esenciales para el bienestar de la sociedad, como son la educación, la defensa de la vida y de la familia, es una falacia y un despropósito con tintes totalitarios.

Te puede interesar