Opinión

Martín de Dume

Con toda justicia la Diócesis de Ourense, que le tiene por patrón, celebra este año los 1.700 años del nacimiento de San Martín de Tours. La Catedral ourensana es la única del mundo que goza de su patronazgo así como gran número de parroquias ourensanas. Pero tal vez, en un olvido histórico tanto en Portugal como en gran parte del norte de España, se ignora el origen de la devoción al de Tours.

Le decía yo a unos obispos portugueses que tenían tres "pecados" graves: permitir que a San Antonio (Fernando de Bulhôes) se le diga de Padua, cuando es del barrio de Alfama en Lisboa; olvidarse de la santidad del único y ejemplar papa portugués, que fue Juan XXI, y, sobre todo, dejar en el olvido y marginado a San Martín de Dume que fue, en realidad, quien introdujo la devoción al de Tours.

Permítanme que hoy les hable del Dumiense (Panonia c. 510 - Braga 20/3/579). Para empezar es un caso único: creó la diócesis de Dume reducida simplemente al monasterio cercano a Braga. Fue obispo de Dume (556) y más tarde arzobispo bracarense (562-579) y fundador de la iglesia de San Martín de Tours en Porto, lugar clave del reinado suevo. Con una vida y un curriculum poco común siendo el gran "apóstol de los suevos" a quienes convirtió del arrianismo al cristianismo. Personaje cultísimo tanto en Oriente, donde estudió, como, de vuelta a Europa, cursando en Roma y Francia. Convocó el Concilio de Braga (563) del que brotaron normas muy prácticas para la vida del cristianismo, sobre todo en la liturgia y en el canto, al que purificó de influencias meramente profanas. Son muchas sus obras breves pero con grandes contenidos ("Sobre la jactancia que debe ser rechazada", "Acerca de soberbia", "Exhortación sobre la humildad", "Sentencias de los Padres Egipcios", "Sobre la ira", "Sobre la corrección de los rústicos", "Fórmula da vida honesta").

A él se debe que los días de la semana hayan dejado en Portugal de seguir los nombres paganos, caso único en las lenguas modernas. Pretendió hacer lo mismo con los planetas. Compuso él mismo su epitafio que figura en su tumba: "Nascido na Panônia, atravessando vastos mares, impelido por sinais divinos para o seio da Galiza, sagrado bispo nesta tua igreja, ó Martinho confessor, nela instituí o culto e a celebração da missa. Tendo-te seguido, ó patrono, eu, o teu servo Martinho, igual em nome que não em mérito, repouso agora aqui na paz de Cristo”.

Fue coterráneo del de Tours, cuya tumba visitó y a quien tenía en gran estima. Así introdujo en Portugal y España su devoción. A él se debe, y es de justicia reconocerlo a la hora de celebrar esos 1.700 años. Carriarico, el rey de los suevos, que eran de creencias arrianas, tenía un hijo (Mirón) muy enfermo, y tras recorrer varias instancias acudió a Dume para que su abad le echase una mano. Martinho le aconsejó que fuese a buscar a Tours las reliquias de San Martín y se encomendase a él. Así lo hizo y el hijo sanó. A raíz de esto el rey y todo su reinado se convirtieron al cristianismo. Así llegó aquí, por la intercesión del de Dume, la devoción al de Tours y su influjo, recuérdese, por ejemplo, la parroquia de San Martín de Domés, cerca de Celanova.

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