Opinión

El "tú más"

Recuerdo una anécdota que contaba una buena amiga hablando de un predicador que era una delicia escucharle por los chascarrillos y sutilezas que él profería en sus alocuciones. Una muy buena: "Hermanos: ante la pertinaz sequía que nos acecha invoquemos del cielo la gracia de la lluvia pero no de un modo eximio sino taxativamente". Pues eso, invoquemos para este país la gracia de la paz, el diálogo y el entendimiento.

Tras la reyerta y los problemas de pactos debieran recordar unos y los otros que un abrazo alivia la tensión, reduce el estrés, ayuda a la autoestima y mejora el flujo sanguíneo. Porque estamos hace tiempo contemplando como se enfrentan los partidos entre sí e incluso dentro de las mismas formaciones políticas observamos la falta de entendimiento ya sea a la hora de elaborar las listas o también cuando se trata de redactar los programas o eligir candidatos. Todo un espectáculo bochornoso que escandaliza a las personas sensatas, produce perplejidad a quienes lo observan y, en suma, incomprensión y rechazo. Vivimos en la época del "tú más", tratando de sacar los trapos sucios del vecino, prefiriendo perder un ojo con tal de que el otro quede ciego. Produce cuando menos pena el observar como se margina la discusión de los problemas reales del país con el afán de conseguir votos. Parece que todo vale con tal de que las urnas se tiñan del color de cada quien.

Asistimos a campañas permanentes en las que se observa, sin descaro, como políticos del mismo signo se zancadillean, tratan de desprestigiarse personal y políticamente. Poco importa su ideología e incluso su gestión con tal de cumplir aquello del "quítate tú que me pongo yo". Increíbles patrañas utilizando incluso el ventilador para afear, sea como fuere, al otro. Es así como nos encontramos con resultados sorprendentes en los que influye todo esto porque el pueblo es inteligente y sabe calibrar. Surge un panorama, un batiburrillo de siglas y personajes emergentes cuyo futuro está por ver. Por una razón obvia: les faltará tiempo para buscar el entendimiento mientras los problemas reales quedan por resolver. Y ojalá me equivocase por el bien de todos.

Aun ahora, con la situación actual, estamos viendo el tiempo que invierten los líderes en "apagar fuegos", "templar gaitas", consolar incomprensiones y tratar de que los defenestrados permanezcan en silencio, los elegidos sean humildes y todos se entiendan. Horas y meses que bien pudieran dedicarse a trabajar por el bien común y que se pierden en discusiones bizantinas y problemas baladíes que en nada interesan a la ciudadanía. Es la realidad que se palpa por doquier.

Claro que todo ello produce un hartazgo y descontento general que lleva a depositar los votos en quien fuere; a veces al azar. Se habla de las dictaduras latinoamericanas surgidas en el siglo XX olvidando que han sido la consecuencia lógica de la pérdida de credibilidad de sus antecesores, que pusieron las bases que llevaron a los votantes a decir: "Cualquier cosa menos esto". Y así salió.

Falta a la clase política actual grandes dosis de coherencia, sensatez y en suma la responsabilidad de saber administrar bien el mandato popular. Perderse en un reiterado "tú más", y en juzgar las cosas por venir de quien vienen, lleva al caos. Se mira más a quien lo dice que a lo que dice y eso es malo porque en todas las formaciones existen cosas buenas. No todo es malo, y reconocerlo engrandece y conduce a un sano diálogo que brilla por su ausencia en muchas ocasiones.

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