Opinión

En las raíces del pueblo


Sin duda alguna es este fin de semana, en la mitad del mes de agosto, el que hace brotar por todas partes las fiestas más populares. Mañana la Asunción, la fiesta mariana por excelencia y el martes uno de los santos más populares que se celebra igualmente en infinidad de localidades: San Roque que tiene en Celanova su fiesta más honrada. 

Siendo objetivos habremos de afirmar que nada sería España sin el 15 de agosto: la Asunción de la Virgen en Cuerpo y Alma a los cielos. Es la Dormición que llaman en Oriente a esta fiesta, hoy dogma de fe. 

En la fe católica la figura de la Virgen ocupa un lugar de privilegio. El Concilio de Efeso en el siglo V definió lo que ya el pueblo sostenía desde siempre. Es la Madre de la Segunda persona de la Santisima Trinidad, el Hijo, Jesucristo y allí se acuñó la celebre palabra “Theotokos”, Madre de Dios.

Y en la devoción mariana ocupa Ourense un lugar de privilegio ostentando su patronazgo la inmensa mayoría de las parroquias. Puede decirse aquí también lo que en Zaragoza se afirma y canta sin rubor. Dicen los aragoneses que se puede ser de derechas, de izquierdas o lo que sea pero que si son todos es de la Virgen del Pilar, María nombre que llevan incontables mujeres.

Y esta devoción que radica en el corazón de los devotos es la que conduce y orienta la fe de los creyentes. Por eso en estos días nuestros pueblos ourensanos, emigrantes por excelencia, aprovechan para volver a sus raíces y a gozar de sus pueblos.

Yo invitaría a todos a hacer un recorrido –yo lo he hecho cuatro veces- por las advocaciones de esta tierra. He llegado a encontrar más de 2000 rastros iconográficos marianos en nuestra diócesis. Es el arte, es la poesía con hermosos y sencillos “Gozos”, pero lo es también el incontable número de advocaciones de todo tipo en los lugares más remotos de la geografía ourensana.

Y una cosa muy curiosa es que el pueblo ama y venera esas advocaciones tal como lo hicieron siempre y con la misma representación. Hermosa es la talla de la Virgen de Los Milagros que siempre conocemos cubierta por distintos mantos. Muchas imágenes que artísticamente carecen de valor son unicamente el rostro, las manos y poco más. Pero que a nadie se le ocurra sustituirla por una talla de madera. Es un claro ejemplo la imagen que se quiso instalar de madera en A Clamadoira.

Y Efeso la definió como “Theotokos”, y el Vaticano II colocó su doctrina al final de la Lumen Gentium dentro del Misterio de Cristo como madre del pueblo creyente que la aclama como Auxiliadora, abogada y socorro.

Sin duda alguna todos los honores que posee la Virgen radican en su vinculación con su Hijo. Todo lo que Ella es se debe a su oficio de Madre del Salvador. Por eso le cantamos y la veneramos con el culto de hiperdulía.

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