Opinión

Descubriendo a Carmen de Zulueta

Hace ya algunos años que me he interesado en profundizar en la historia de la educación en España. Son demasiados los tópicos que hacen que la realidad tenga un color difuminado y, por si fuera poco, posea un color tendencioso dependiendo de quien venga la información o simplemente según las fuentes históricas que se manejen. Hace ahora un año que quise resaltar en un artículo de La Región titulado ‘El error de Tagore’ la capacidad de extrapolar un pensamiento panteísta a través de una obra literaria fantástica, y me satisface que haya tenido la repercusión propuesta, lo cual es constatable en los buscadores más conocidos de la Red. Sin embargo, hay más tela que cortar.


Al día de hoy, consciente de que escribir desde la independencia ideológica absoluta resulta imposible, quiero presentar a todos ustedes a la investigadora Carmen de Zulueta, antes de hablar en un próximo artículo del Instituto Internacional que fue introducido en España en el siglo XIX como entidad educativa de origen norteamericano y de tendencia protestante, el cual todavía sigue en activo en Madrid. Para conocer la figura de Alice Gordon Gulick (fundadora del Instituto) resulta imprescindible leer el libro de Carmen Zulueta relativo a la educación de la mujer española, por ello no dudé en buscarlo en la inmensidad de internet hasta dar con él, y curiosamente me interesé mucho por la personalidad de la autora del libro, por su vida y por la inquietud en contarnos la historia desde la mayor independencia que he conocido. Vemos el porqué.


El padre de Carmen fue Luis de Zulueta, que siempre se consideró alumno de Francisco Giner y con el que colaboró en la Junta de Ampliación de Estudios. Carmen, por su parte, fue alumna de Manuel Bartolomé Cossío y a los 9 años de edad estudió en el Instituto-Escuela, donde su padre era delegado en la Junta. Es en esos años cuando toma contacto con el Instituto Internacional en el que cursó 3º de Primaria. Pero el ambiente educativo y cultural de Carmen va a ser absolutamente envidiable, al estudiar con los hijos de Ortega y Gasset, los hijos del doctor Negrín y los del doctor Sánchez Covisa, entre otros. En cuanto a personalidades de reconocido prestigio, estaban María de Maetzu, Victoria Kent y María Goyri (esposa de Ramón Menéndez Pidal). También recibió docencia del famoso físico Miguel Catalá y estudió filosofía con la guía de la joven María Zambrano.


Terminado el bachillerato, Carmen de Zulueta estudia la carrera de Filosofía y Letras, en la que su padre era catedrático de la sección de Pedagogía, y en la de Filosofía estaba su tío Julián Besteiro. Este panorama idílico se viene abajo cuando de vacaciones en Roma estalla la guerra civil el 18 de julio del 36 (Luis de Zulueta era además abogado, embajador en el Vaticano). Exiliados por motivos políticos pasan por Francia e Inglaterra hasta llegar a Colombia, donde termina su carrera universitaria. Una vez acabados sus estudios escribe al Instituto Internacional en los EE.UU. y Mary S. Swee ney le proporciona una beca para seguir estudiando en la Universidad de Harvard en el otoño de 1940. Tras contraer matrimonio en EEUU se marcha a vivir 8 años a Brasil, y de regreso a EEUU la proponen para formar parte del Comité Directivo del Instituto Internacional.


Su relación con España y EE.UU. a través del Instituto Internacional le pone en una posición privilegiada para poder contarnos la historia de la institución educativa, pero aún resulta más interesante que destaque la vinculación del instituto con el protestantismo sin profesar ella esta fe. Para ello hace una investigación exhaustiva por toda la historia del protestantismo en el siglo XIX para conocer a los misioneros y centrarse finalmente en los Gulick y en Santander (ciudad en la que se funda la residencia de señoritas). La información de la educación de la mujer España a finales del siglo XIX toma de esta forma todo el rigor deseable y nada ecléctico, lo cual, en todo caso, sería peor.


Carmen de Zulueta rescata los orígenes de la educación femenina en España, anterior a la ILE (Institución Libre de la Enseñanza). Estas señoras ya se dedicaban a la educación en 1872 y, a pesar de que existen los tópicos de que sin la Junta de Ampliación de Estudios y sin la ILE no serían nada, Carmen de Zulueta advierte que son anteriores a la ILE y que quizás la historia de los heterodoxos españoles de Menéndez y Pelayo siga resonando en los oídos como distorsión de la realidad. Estas mujeres de misioneros protestantes lograron educar a muchas otras en los valores del respeto y la libertad, desde la proclamación de la libertad religiosa en la España de 1868.



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