Opinión

LA DEMOCRACIA SUSTANTIVA

Considero inapropiado adjetivar la democracia. Un concepto que se ha visto rodeado de calificativos (participativa, representativa, electrónica..) que contribuyeron a restarle la entidad contundente que le pertenece per se. Por esa razón creo conveniente, transcurrido el primer decenio del siglo XXI y contando ya con amplia experiencia de esta forma de gobierno, y en la antesala de un proceso electoral como el que se resolverá el próximo veintidos de mayo de 2011 -comicios municipales en toda España y autonómicos en trece comunidades-, aportar una serie de ideas que dotarían a la 'democracia' de ese carácter sustantivo que precisa para reafirmar su papel. Sobra decir que, en la actual coyuntura socioeconómica, cualquier apunte político merece ser considerado sin banalizarlo apriorísticamente.


Se trata de una serie de reflexiones, siete en concreto, que persiguen que el concepto de gobierno 'del pueblo, por el pueblo y para el pueblo' encuentre verdadero acomodo en la praxis política del escenario español de las próximas elecciones locales.


La primera: la política 3.0, una realidad que nos supera. Hoy en día la política real, la del ciudadano de la calle, discurre también por las autopistas de la información. Los portales web, las redes sociales, las páginas de las fuerzas políticas... son excelentes vehículos para la transmisión de ideas, quejas, propuestas o comentarios, perfectamente válidos para perfeccionar la actuación política, tanto las cuestiones de fondo -programas electorales o foros de debate sobre asuntos de actualidad- como los aspectos formales -la comunicación de los políticos y de los partidos a los que pertenecen-. Es crucial la posibilidad de operar en este ámbito con el amparo del anonimato, actitud que, con aspectos positivos y negativos, constituye una puerta abierta a planteamientos sobre los que no cabe la censura previa. La imaginación al poder.


La segunda: la participación en la elaboración de los programas electorales. Existe la creencia dominante de que los principios y objetivos de los partidos políticos en cada convocatoria electoral proceden de sesudos análisis de grupos de 'notables', pertenecientes a los cuadros de la formación, que se limitan a revisar viejos planteamientos y desechan ideas renovadas o frescas que pudieran surgir de la sociedad civil que por supuesto carece de portavoces o representantes en esos comités 'de sabios'. Aproximándose las elecciones municipales propongo que se pongan en marcha 'talleres de ideas' entre ciudadanos que sean elegidos para formar parte de los mismos al azar, por puro sorteo, como el que se realiza para formar parte de las mesas electorales. Que sea el ciudadano elegido el que acepte o rechace esa propuesta para participar pero que todos tengamos la posibilidad de ser llamados, indiscriminadamente, para aportar nuestra visión sobre los asuntos que consideremos de interés.


La tercera: que nuestro voto vaya más unido al resultado final de la gestión política. Que el ciudadano tenga más elementos de juicio a la hora de emitir su preferencia política, otorgándole mayor información que la estrictamente necesaria y tradicional en los momentos previos a una elección. Posiblemente votaríamos de forma diferente si supiéramos que, en caso de no obtener mayoría absoluta nuestro partido político preferido, cuál sería el régimen de alianzas con otras formaciones al que estaría dispuesto a llegar. Se trata de que nuestro voto sea depositado en la urna con mayor precisión en el diseño político posterior. Que nos expliquen los partidos políticos, los candidatos, con quién pactarían y con quién no, explicando los motivos.


La cuarta: que nuestro voto sea emitido teniendo en cuenta los puntos principales y secundarios del programa electoral que elegimos. Saber qué propuestas electorales son irrenunciables -y por lo tanto dispuestos a ejecutar en los cuatro años de legislatura- y cuáles son prescindibles en un escenario de negociación política con otras fuerzas para conformar mayorías de gobierno. Conocer los matices negociables de cada propuesta, los grados de intensidad con los que las formaciones políticas pretenden ejecutar sus puntos programáticos. En definitiva, se trata de conocer con antelación la predisposición al pacto para valorar con mayor conocimiento el nivel de fiabilidad de nuestro sufragio.


La quinta: que el elector sepa con anterioridad cuál va a ser la estructura del gobierno municipal, la denominación de las concejalías y las competencias atribuidas a cada una de ellas. Un asunto directamente relacionado con los comentados anteriormente y que los partidos políticos obvian sistemáticamente en todas las convocatorias. Como ciudadano quiero saber cuántas tenencias de alcaldía habrá, en cuántas y cuáles serán sus nombres se organizará el gobierno municpal, el número de personas de confianza y altos cargos que formarán parte del organigrama local...incluso un planteamiento económico riguroso, obligado en la coyuntura económica actual, que regule con carácter restrictivo las cantidades a percibir por los cargos públicos en concepto de dietas, gastos de representación, desplazamientos, comunicaciones...Un voto fiable en un momento histórico en el que la clase política ha devenido en uno de los principales problemas para los españoles.


La sexta: conocer el destinatario final del poder político a todos los niveles. Sabemos quién será el alcalde si votamos a una determinada opción política. De igual forma, antes de votar, tenemos derecho a conocer la identidad de todos los que se van a responsabilizar de los niveles máximos de gobierno en nuestro ayuntamiento. Los ciudadanos debiéramos exigir que los partidos políticos hicieran públicos los nombres de las personas que ocuparían la dirección de las concejalías en las que se va a estructurar el futuro gobierno municipal. Con esta medida, en íntima relación con la expresada en el párrafo anterior ('la quinta'), tendríamos la seguridad absoluta de que estamos votando a un grupo de gobierno, preparado para gobernar desde el minuto siguiente al escrutinio, despejando así una escenografía reprochable en la que apreciamos visiones personalistas de la política -en clave de competencia entre iguales- o repartos del poder entre formaciones, fruto de marathonianas reuniones de las cúpulas de las fuerzas políticas negociadoras.


La séptima: gran pacto político a nivel nacional para la elección directa del alcalde, estructura del gobierno municipal y reparto de las concejalías. Es absurdo que candidatos a alcalde mayoritariamente preferidos por el electorado se vean abocados a ejercer de jefes de la oposición mientras candidatos perdedores, incluso los terceros en número de votos, se conviertan en el responsable máximo de la corporación. Creo que no habría discusión en la elección directa del alcalde. Tampoco en fijar por ley la estructura de gobierno municipal, diferenciando los tipos de ayuntamiento por número de población, y realizando el reparto de las concejalías por el porcentaje de votos para el supuesto de que un partido político no obtuviese la mayoría absoluta. Por ley estaría determinada una posición proclive al diálogo y al consenso para todas las formaciones políticas.


Creo firmemente en que la política necesita un 'abrir ventanas', ofrecer nuevas perspectivas al ciudadano para que su participación en la toma de decisiones de la sociedad sea más efectiva y con resultados visibles. Hacen falta más ventanas y menos puertas, más cristales y menos paredes. Estoy convencido de que ha llegado el momento de darle a la democracia el carácter sustantivo que merece. El debate está abierto. Bienvenidos.

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