Opinión

El cuerpo del delito

En medio de un panorama en el que los mandamases de la sinrazón planetaria nos siguen recordando que aún vivimos un 10% por encima de nuestras posibilidades, uno no puede evitar el darse la vuelta en la toalla de la holgazanería y mirar de reojo a esa rubia despampanante de la toalla de al lado, o a la morena del fondo, o a aquella que sale cual Ursula Andress entre unas olas que invitan al chapuzón mañanero. Uno que prefiere una cervecita fresca y un poco de reflexión todo a cien piensa en lo mucho que ha cambiado el panorama, también el playero. El personal retozado en la arena más que una croqueta insiste en dar la perorata de ocasión a fuerza de estar junto a ese mar de los amores y a la vez en contacto con todas y cada una de sus amistades; los hay incluso que no abandonan la oficina, es que lo de las tecnologías son un primor, te permiten trabajar incluso cuando deberías estar durmiendo o consolando a la parienta hasta el amanecer.

Ahora el personal ya no luce tan solo el último modelo de baño que a ellas las hace tan monas y a ellos tan seductores; los hay incluso clónicos de un Cristiano Ronaldo que es ambidiestro, pero no nos alejemos, a todos les une ese terminal junto a los dedos para comprobar que aún estamos vivos y demostrar al mundo que, incluso somos capaces de comernos unas gambas al ajillo al tiempo que tecleamos a nuestras amistades lo fantástico que somos y lo bien que nos lo pasamos en esa calita de marras que es ya propiedad de nuestros sentimientos. Y para que quede constancia les mandamos cada cinco segundos alguna imagen que refleje nuestro bienestar momentáneo de afortunados ciudadanos.

Para rematar, a uno que la mente se le dispersa más que el cuerpo, quisiera dejar la reflexión sobre la que debería haber ido la columna, la de los programas espía que nos permiten dejar más rastros que un caracol en fuga y que quien esté interesado los siga. No es ficción, es norma para la mayoría de las aplicaciones móviles, más allá de la CIA, incluso hay programas para rastrear infidelidades y otras mentiras. ¿Seguro que quieres seguir con el móvil en la mano?

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