Opinión

Malditos planes

Decía John Lennon que la vida es lo que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes, y no le faltaba razón.

Varios hechos repentinos le ponen a uno en el disparadero de lo terrenal, donde resulta inevitable dar vueltas a la cosa y siempre la puta frase de Lennon se revuelve cuán boomerang vengativo. ¿Quién no ha dibujado para sí un panorama espléndido? He visto a hombres llenar las alforjas de sueños como si fueran niños donde el epicentro eran siempre ellos, pero la vida, bien parecida a una partida de naipes, está llena de cartas marcadas que no deseas mirar. Tú ideas los planes pero las variables del destino, que no atiende a razones, no se dejarán guiar por la rectitud de los renglones donde estos quedan escritos con la mayor de las emociones.

Soñar es inevitable, la vida sin sueños carece de sentido. Recuerdo escucharle decir a Luis Racionero que él era feliz porque no se marcaba para sí expectativas imposibles. Puede que ahí queden las claves. Qué admirables aquéllos que semejan trazar el destino con un equilibrio digno de escuadra y cartabón. Los hay que son y viven felices hasta el último momento, igual que quienes transitan a un paso de la amargura permanente. La naturaleza humana es compleja, trenzarás mil planes con mimo para que inevitablemente el destino, que tiene mucho de azar, te instale en su sitio.

A uno se lo ocurre que la vida no es un argumento de razonamiento, que lo más atinado pase por ejercitarla de oficio, por transitar por ella con mueca fresca y el mejor semblante para vivirla plena, como diría el filósofo Santayana. En la plenitud está el deleite, el intríngulis de la cosa. No es cuestión de instalar sueños y deseos en la escalada de la lista Forbes, por muy glamurosa que se muestren quienes en ella figuran; la plenitud tiene visos de ser otra cosa, que no creo que tenga que ver con poderes acumulativos. Que yo sepa, vida sólo hay una, y nadie se ha llevado, aunque los egipcios lo intentaran, sus riquezas al otro barrio. De momento, no queda otra que seguir planeando, para que el azar nos alcance y siga haciendo de las suyas.

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