Pues el momento ha llegado. Lo que se intuía se ha producido. S.M. el Rey don Juan Carlos ha anunciado que abdicará a favor de su hijo Felipe, hasta ahora, Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, y quien será coronado como Felipe VI. Se reproduce el proceso seguido recientemente en las monarquías de Holanda y Bélgica.
Se pone en marcha el proceso y todos los mecanismos, perfectamente contemplados en nuestra Carta Magna, y ahora todas las decisiones emanarán del poder legislativo. Una vez cumplidos los trámites, todo estará a punto para que la corona y el cetro, elementos emblemáticos de la monarquía, pasen a manos del heredero de la Corona y éste jure ante las Cortes, como hace casi cuarenta años hizo su padre, si bien las circunstancias políticas y sociales eran otras. El monarca, en su discurso desde Zarzuela, dijo sobre su hijo: “El Príncipe de Asturias tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la Jefatura del Estado”.
Obviamente, esa noticia, nada más producirse, fue objeto de todo tipo de comentarios en los círculos sociales y mundanos de la ciudad. La fecha de lunes 2 de junio marcará un hito en nuestra historia. Y ahora todo serán comentarios y opiniones de diferente calado. Porque mientras un grupo de personas se concentran en nuestras calles para pedir que se instaure la república, los monárquicos a buen seguro albergarán sus puntos de vista. Porque no olvidemos que una cosa es ser monárquico y otra juancarlista.
La ascensión al trono del príncipe Felipe también supondrá otro hito en la historia del sigo XXI en España, porque la futura reina consorte no es de sangre azul. Ha sido la ciudadana que él eligió y con quien compartirá su reinado. En Europa ya hay experiencias parecidas, como el caso de Máxima en Holanda.
Así pues, todo está a punto y España se prepara para recibir a un nuevo soberano de la Casa Borbón. El último Felipe, el quinto, también lo era.
A buen seguro que el tema seguirá proporcionando debates hasta el mismo día de la ceremonia de entronización.
