Opinión

‘Fluoride with calcium’

Palito, palito cruzado, gusanito’ (1-X-2), así cubría un analfabeto las quinielas. A mí me pasó algo parecido cuando preparé las materias teóricas de ‘vuelo instrumental’. Amén del socorrido ‘D=V x T’, un brasas cuyo nombre no recuerdo me hizo aprender de carretilla interminables ecuaciones cinemáticas. Memoricé aquellos garabatos con similar ayuda nemotécnica: palito, palito cruzado, gusanito, sin entender ni papa.

También tuve que memorizar lo que medía una gota de agua. Solemne estupidez. Un piloto estampándose contra un chubasco jamás sacará de escalímetro para concluir si es lluvia o es llovizna, que ahí estribaban las milésimas. Sin embargo nadie me hizo hincapié en la importancia de discernir, en toda su belleza de mal agüero ventoso, las nubes lenticulares; o el ceño adusto conque amenazan las tormentas secas; ni menos aún en la infalible sabiduría del pastor: ‘Cuando en el cielo hay ventanas, de llover no hay ganas’, o ‘Norte oscuro vendaval seguro’. No. Les parecía más sugerente a las autoridades (in) competentes que establecían los programas de formación y las preguntas, perogrulladas como ésta: ‘Cuando cae lluvia, agua anuncia’, se corrían de gusto.

Todo esto viene a cuento porque el otro día, en un hotel de última hora, a fuer de no encontrar otra lectura más decente, le entré a mi pasta dentífrica: ‘Fluoride with calcium’. En letra de lupa venían las ‘instrucciones de uso’ en cinco idiomas: ‘Crianças com idade igual ou inferior a seis anos: utilizar uma quantidade do tamahno de uma ervilha, com supervisão durante a escovagem para minimizar a deglutição’. ¡Qué pasa, me alarmé, que los niños portugueses se zampan la pasta de dientes como chuches! El caso es que también venía en inglés, en griego y en francés, y en todos la misma raquetilla: supervisión del ‘escobillazo’ para minimizar la deglución de la ‘ervilha’, el ‘amount’ –en griego no lo descifré- o el ‘petit pois’. El guisante, vamos. Otra vez el escalímetro, pensé. Otra vez la estupidez. ¡La Normativa!

¡Y venga normativa! Que se intoxiquen tus hijos, pero luego no digas que no te lo advertimos. Pasa igual con la comida. Ahora puedes exigir (y denunciar) que te ilustren acerca de los alérgenos y coadyuvantes tecnológicos del anexo II (en números romanos) del Reglamento Europeo, 1169 barra 2011 (el asunto es montar el numerito), así pidas en la feria una de pulpo y el aloque de la casa. Ahora ya puedes ir tranquilo a ‘O Carballiño’.

¡Ay, Europa, Europa! Tirillas y más tirillas pariendo procedimientos. ‘Cacareo from Brussels’, que se dice. Y, a la postre, total impunidad. Mirad, si no, la gran industria alimentaria. Mirad esos carritos de la compra amalgamados de pizzas, bollería envenenada, preservantes, colorantes y esclavizadores del sabor. Armas de destrucción masiva. Mirad, por dios, esos culos que los empujan. Madre mía. Para cagar no hace falta tal derroche. Pero quiá, la obesidad está de moda. Denota personalidad. Un estudio, de no se sabe muy bien qué amarillenta revista, qué cadena textil de grandes tallas, o qué africano país de gran hambruna, así lo demuestra. Y, amiguiños, los gordos consumen más, son multitud y suponen un mercado que te cagas. Y la ‘vaquiña’ por lo que vale, nunca mejor dicho. Es más, si les llamas gordos (gordas ya te fusilan) a estos frikis de la grasa te aplican la normativa y seguro que te joden. Así que a comer y cagar, así sea ‘fluoride with calcium’. Y los ‘the European Parliament’ a ciscarse de risa.

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