Opinión

Caso cerrado, menos mal

Pasada la marea de la Copa del Rey y con los periódicos muy contentos porque la pitada al himno de los nacionalistas catalanes seguidores del Barça ha sido neutralizada por los aplausos de los sevillistas, nos vamos directos a la final de la Champions que podría jugarse tranquilamente en el Retiro y así los dos equipos se ahorraban desplazamientos. Será un partido que venturosamente no tendrá que rendirse al insoportable y tedioso asunto de las esteladas ni exigirá cálculos milimétricos para saber si fueron más los silbidos al Rey y al himno que las palmas. La pitada al himno nacional se produjo y sigue siendo tan inaceptable y digna de castigo como lo fue en ediciones anteriores, aunque en este caso una parte de los espectadores sirviera de contrapeso y lo que el año anterior fue un espectáculo desolador y denigrante ha pasado ahora algo más desapercibido. El ganador del encuentro es una entidad que ha preferido involucrarse abiertamente en la causa catalanista en lugar de adoptar un comportamiento más neutral acorde con una gran parte de su masa de seguidores que provienen de todos los lugares de España y el exterior –conocí a un camarero madrileño que hablaba como en las zarzuelas y servía las cañas como si le diera vueltas al manubrio del organillo que, ante mi pasmo, se declaraba hincha furibundo del Barcelona- pero esa elección es consciente y seguramente rentable para la entidad pues no olvidemos que, atendiendo al proverbial carácter económico y mercantil del catalán, la pela es la pela.

Personalmente he recibido la consecución del partido de la final -con independencia del resultado- con verdadero agradecimiento porque hasta dentro de unos meses no tendremos que soportar está presión y este constante sin vivir ejercido por nacionalismo catalán cuando se convierte en hinchada futbolera. El encuentro que resta para coronar la temporada no padecerá el batallar añadido de la guerra de las banderas y los desplantes a las señas de identidad compartidas. A mí me bastará con que el Madrid le gane al Atlético y a los colchoneros les servirá todo lo contrario, pero no habrá otros argumentos añadidos ni prebostes que ponen clausulas para dignarse a venir a la capital, ni agravios ni zarandajas. Solo dos equipos que disputan el partido más importante del mundo en el fútbol por equipos.

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