Opinión

Un error no forzado

El presidente del Gobierno en funciones ha cometido un error impropio respaldando la propuesta del ex ministro José Manuel Soria para ocupar un alto cargo en el Banco Mundial que sorprende. Un error no forzado como se dice en tenis, que desata una inquietante sospecha. Rajoy no se ha percatado aún de que el tiempo de la mayoría absoluta ya ha pasado y que ahora es el cabeza de la lista más votada pero con escaños insuficientes incluso para poder gobernar en compañía. Si nada más perder un debate de investidura propone a Soria para un puesto tan relevante es que a Rajoy le ha perdido la costumbre. La de decidir sin tener que consultar a nadie con la que ha gestionado el país durante un tiempo que ya es historia. Tanta ha sido su osadía y tan escasa su prudencia, que la decisión no solo ha desatado las iras de sus rivales políticos, sino que ha sentado como un tiro a sus aliados coyunturales e incluso ha sembrado un principio de rebelión en sus propias filas. Los diarios aseguran que una buena parte de los barones del PP han criticado en la intimidad la designación del antiguo ministro.

Es muy probable que la situación de Soria haya sido exagerada por los rivales parlamentarios y seguramente sus faltas no son suficientespara prohibirle ejercer una responsabilidad para la que seguramente está concienzudamente preparado. El político isleño se hizo un lío explicando su presencia en los papeles de Panamá que se remontaban a diez atrás, pero no dijo la verdad y le sorprendieron no diciéndola Eso se paga y su designación para el Banco Mundial estaba por tanto fuera de tono, no hacía ninguna falta, y podría haberse aplazado hasta que las aguas estuvieran menos revueltas.

Pero lo que sacó de quicio especialmente a todos fueran amigos o enemigos fue la forma de plantear la candidatura de Soria y sus desgraciados métodos, hasta el punto de que el ex ministro ha terminado por renunciar como renunció anteriormente a su cartera. Soria no ha tenido fortuna en estos últimos tiempos y ni siquiera le han ayudado los que dicen quererle.

Mariano Rajoy ha de hacer examen de conciencia y convencerse de que ya no puede hacer lo primero que le venga a la boca. Su actitud en un momento de delicados equilibrios ha sido incomprensible. Hay que saber cómo va influir este mal paso. Ya lo veremos, pero seguramente para nada bueno.

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