Opinión

Los escoceses de Motos

Algunas estrellas de nuestras cadenas de televisión alcanzan el éxito con tal contundencia que, una vez instalados en el subconsciente popular, se encuentran legitimados para hacer lo que les venga en gana. Ese es el caso de Pablo Motos, un tipo imaginativo e inquieto que, sin embargo, en muchas ocasiones supera el bochorno como ocurrió hace dos noches con el infumable episodio de los escoceses de guardarropía y cabaret de pueblo encabezados por un gaitero probablemente gallego o quizá asturiano conciente de su propio absurdo. Todos le sirvieron a Pablo Motos para inventar uno de los números más estúpidos y con peor sombra de su carrera televisiva, si bien en este caso las víctimas fueron dos muchachos de la casa, Arturo Valls y Manel Fuentes, en plena campaña para dar a conocer un nuevo programa cuyo título ya estremece de por si: “Los viernes al show”. Con ese precedente no se puede esperar nada bueno. Cuando los Beatles fueron a grabar en EMI por primera vez, George Martin les invitó a que avisaran si algo no les gustaba o les hacía sentirse incómodos. “Pues para empezar –le respondió George Harrison- no me gusta su corbata”. Pues a mí, para empezar, no me gusta el nombre que se le ha dado al programa. A partir de ahí, ya veremos.

He visto a muchos invitados pasearse por el plató de Motos con cara de circunstancias, comprendiendo que no hay más remedio que hacer un rato el ridículo a cambio de una ayuda promocional para un disco o una película como le pasó una jornada antes a Hugo Silva al que se le advertían las ganas de salir corriendo desde la primera toma, pero yo les invito a que se recreen en el numerito preparado para Fuentes y Valls a los que obligaron a pasar tumbados boca arriba bajo la entrepierna de doce sujetos mal vestidos de escoceses, y leer la letra que aquellos tíos llevaban sujeta a la entrepierna para formar con ellas una palabra. Fue una encerrona inútil porque ninguna de aquellas dos pobres víctimas de sus caprichos consiguió leer las letras que los desarrapados extras con faldas llevaban pegadas al escroto y por tanto ninguno acertó la palabra. Una mamarrachada aunque sospecho que este Pablo Motos frenético tendrá muchas más.

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